Por: pantallazosnoticias.com.co
No es ningún secreto que a los seres humanos nos gusta comer, tampoco lo es que algunos de nosotros nos decantemos por el dulce mientras que otros lo hagan por la comida salada. Ahora bien, el Homo sapiens nace goloso: instintivamente deseamos el azúcar. Posiblemente lo hagamos porque los hidratos de carbono juegan un papel fundamental en nuestra supervivencia, son el combustible de las células que componen el sistema nervioso.
Desde un punto de vista científico existen razones por las cuales nuestro organismo prefiera alimentos ricos en hidratos de carbono, como pueden ser un nivel alto de estrés, en el cual nuestro cerebro consume más glucosa, periodos de ayuno prolongados o dietas restrictivas.
A esto hay que añadir que cuando consumimos glucosa el sistema de recompensa de nuestro cerebro se activa y se libera dopamina, un neurotransmisor que intenta fomentar la repetición de ese comportamiento, tal y como sucede con las drogas.
Es importante destacar que nuestro organismo no es capaz de reconocer si hemos consumido la cantidad suficiente de ciertos azúcares. Un equipo de investigadores de la Universidad de Yale demostró que la glucosa sí es capaz de reprimir la zona del cerebro que nos incita a comer mientras que la fructosa no.
En esta línea de trabajo, se ha visto que los alimentos y bebidas que han sido endulzados con fructosa no provocan el mismo grado de saciedad que una comida que tiene una cantidad de calorías similares.
Sustancias adictivas
Ahora bien, ¿qué significa que una sustancia sea adictiva? ¿En qué nos basamos? Si recurrimos al Manual Estadístico y de Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-5), una publicación realizada por la Asociación Americana de Psiquiatría, una sustancia es considerada como adictiva cuando existe un fuerte deseo para consumirla, un consumo continuado, a pesar de que haya consecuencias deletéreas para el organismo, un intento frustrado de abandonar el consumo, la tolerancia al mismo –que lleva a incrementar la dosis- y un síndrome de abstinencia, que aparece cuando ha pasado un intervalo de tiempo sin consumirla.
En el DMS-5 se incluyen hasta once criterios diferentes para establecer que una sustancia crea adicción, siendo tan solo necesarios dos para llegar al diagnóstico.
Desde un punto de vista anatómico, todos estos factores están relacionados con áreas cerebrales en las cuales tienen lugar toma de decisiones, aprendizaje, memoria, control del comportamiento y, como ya hemos visto, sistemas de recompensa.
Sí, el azúcar es adictivo
Si vamos ahora a los detalles, el azúcar es un disacárido –sacarosa- formado por una molécula de glucosa y una de fructosa que, si se toma de forma excesiva, conlleva problemas de salud, desde obesidad hasta enfermedades cardiovasculares, pasando por diabetes tipo 2 y cáncer. Por ese motivo, la Organización Mundial de la Salud ha alertado que el aporte de azúcar no debe superar el 10% de la ingesta calórica diaria total y que existen beneficios adicionales si el consumo se encuentra por debajo del 5%.
En los experimentos realizados en animales de laboratorio se observó que no solo hay un comportamiento compulsivo asociado al consumo de azúcar similar al observado en humanos, sino que además consumían cada vez más azúcar (tolerancia).
También se comprobó que los animales tenían síntomas y signos similares a los que presenta un drogadicto cuando cesa el consumo de la droga o se le administra el antagonista específico de esa sustancia, que es lo que conocemos habitualmente como mono.
En todos estos datos se basaron un equipo de investigadores de la Fielding School of Public Health, de la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA) para concluir que existe suficiente evidencia científica para afirmar que el consumo de azúcar causa adicción, al igual que sucede con la nicotina.