Por Gustavo Castro Caycedo
Esta es una carta abierta al Señor Kancho Stoychev, presidente internacional de Gallup: Sentí indignación cuando leí su encuesta “End Of The Year”, repitiendo nuevamente que, “Colombia es el país más feliz del mundo; que el 83% de sus habitantes se sienten muy felices, y que tiene los más altos índices de optimismo, felicidad y expectativas económicas”. Sobre esta medición, quienes conocen la realidad de los colombianos nos podrían calificar de masoquistas, o de cínicos.
La verdad es otra: los colombianos son infelices, pasan del temor al miedo; del miedo al desastre; del desastre al terror en el campo, en veredas, pueblos y ciudades; en los buses, calles, parques, y tiendas; en los carros, cajeros y hogares. No hay lugar seguro; al salir de su casa la gente no sabe si regresará viva. La muerte es el tenebroso impuesto que anula el derecho a la vida. En el 2022, hubo 91 masacres; 189 líderes y 43 reinsertados fueron asesinados. EL ex comisionado de paz Víctor G Ricardo, escribió: “Ya no hay persona que se sienta inerme a ser objeto de un atraco; la gente anda por las calles asustada porque el peligro es real”.
¿Colombia el país más feliz del mundo, señor Stoychev, siendo el cuarto con mayor desigualdad del universo y el segundo en América, después de Haití? “2021, fue el de mayor desempleo luego de Haití, Etiopía, Nigeria y Sudán del Sur! La pobreza extrema contrasta con la riqueza de muy pocos; 8 de cada 10 personas no tienen acceso al agua; hay 352 municipios sin agua potable y 12 millones tienen un acueducto deficiente o intermitente. Es “el segundo país más desigual de América”, y “el único de Suramérica entre los focos de hambre en el mundo”. El 29.1% de los ciudadanos no puede comer tres veces al día.
A pesar de todo, Colombia es un país de gente buena a la que una población minoritaria le hace gran daño, de héroes ciudadanos servidores de la salud, bomberos, voluntarios de la Cruz Roja y la Defensa Civil, soldados, y policías. Pero no el país más feliz del mundo; no podría serlo, pues según un estudio de la ONU, dijo CM&: “15 millones de colombianos sufren hambre; y el 40% no puede comer tres veces al día”.
Claro que quisiéramos que fuera feliz; soñamos con que la vida se imponga a la crueldad, a la violencia y a la muerte. Pero tenemos derecho a ser objetivamente interpretados por las encuestas que a veces nos miden lejanas a nuestra realidad, o que falsean y distorsionan nuestra tremenda verdad, a lo mejor para beneficiar intereses políticos y mostrar una Colombia distinta a la real ¡quién lo sabe! Yo, lo creo en uso de mi derecho a la libertad de pensamiento.
El programa de alimento escolar PAE, (para fortalecer la lucha contra el hambre), está contaminado de corrupción, desvío de recursos, comidas en mal estado hasta con carne de caballo descompuesta. Y hay operadores del PAE corruptos que amasan fortunas a costa de delitos cobardes contra los niños s.
“435 niños asesinados en los ocho primeros meses de 2022”
Somos el tercer país con más desplazamientos colectivos; en 6 años se han presentado 624 oleadas de desplazados. La Defensoría del Pueblo reveló: “36.000 familias sufrieron desplazamiento forzado y confinamiento en 2022”, y para Indepaz, los niños representan más del 40 por ciento. Medicina Legal informó: “en Colombia 435 niños fueron asesinados en los ocho primeros meses de 2022”. Y 308 menores de cinco años murieron por desnutrición; y muchos por balas perdidas.
CM& informó: “el 23% de los matrimonios involucra a menores de edad muchos de los cuales sufren violencia, explotación; es una niñez perdida por el embarazo El Tiempo del 13 de noviembre, dijo: “Escalofriante: más de 140 mil niñas entre 10 y 14 años fueron mamás en Colombia entre 1998 y 2022”. Y el DANE informó: “Más de 3.000 niñas de entre 10 y 14 años resultaron embarazadas por violaciones y abusos sexuales entre enero y septiembre de 2022”. Las mujeres son víctimas de violencia intrafamiliar y femicidio, pero muchos victimarios identificados andan impunemente libres.
Aquí la afección de salud mental creció 41% en los dos últimos años; a la sociedad colombiana le urge consulta psiquiátrica. Según El Instituto de Medicina Legal, en 2022 hubo 2150 suicidios, y 93 entre el primero y el 23 de enero de 2023”. El Psicólogo Juan Carlos Jaramillo, explica: “los colombianos están sufriendo crecientes problemas de ansiedad, angustia, inseguridad, depresión, ataques de pánico, y trastornos de personalidad”, entre otros, por problemas económicos y de violencia, “requieren atención terapéutica y ser escuchados”. A diario centenares de llamadas a las líneas de atención en salud alertan suicidios, especialmente de jóvenes de 14 a 29 años.
El Noticiero CM&, informó: “Cada día aumenta la percepción de inseguridad ciudadana. El 80% de las mujeres de Bogotá sienten miedo de salir a la calle después de las seis de la tarde”. Un reporte de la policía dijo que, en la Capital, “87 mujeres son víctimas diarias de violencia”. Hay temor de responder llamadas de teléfonos no identificados. Crece la pesadilla vivida por millones de víctimas inocentes no combatientes; perdieron sus tierras, fueron despojados violentamente, vejados, y asesinados. Pero las autoridades, los políticos y los legisladores ni se inmutan.
La descabellada encuesta de Gallup
Esta nación de 51.049.000 habitantes es 29 entre 196 países de la tabla mundial de población. Solo hasta hace poco leí sobre la “medición de felicidad Gallup” que encuestó aquí a 775 ciudadanos mayores de 18 años. Desafortunadamente los colombianos suelen “tragar enteras” algunas encuestas; pero yo creo que nunca es tarde para señalar y protestar.
Señor Stoychev, Creo que sus encuestadores no fueron a uno solo de los muchos miles de barrios de invasión y tugurios donde la gente vive en covachas y cambuches de cartón, tablas y plástico, temiendo las lluvias y acosados por el hambre, las enfermedades y la desesperanza. Allí viven 19,6 millones de seres humanos con ingresos mensuales que no llegan a los $400.000. Estoy seguro de que tampoco fueron a los barrios pobres, a los villorrios abandonados por el estado, sin servicios públicos ni de higiene, solo letrinas sobre lodazales. Ni a los pueblos de gente aterrorizada por la violencia. Ni a centenares de poblaciones donde los grupos armados son dictadura de muerte.
¿A quiénes entrevistaron para su descabellada medición? ¿A ciudadanos estrato 6, a prósperos comerciantes, a niños bien alimentados, a privilegiados? ¿A quién?
Le invito a que venga a Colombia, y me comprometo a llevarlo a conocer nuestra realidad; a visitar no solo tugurios y barrios pobres sino también de clase media para que palpe su dura realidad que yo como periodista. conozco desde hace 61 años
Su empresa midió “los índices de esperanza y de felicidad, y la tendencia de expectativas ante la crítica situación económica que se vive por la COVID-19”, y según ella: “Colombia lidera este ranking y el 83% de su población es la más feliz del mundo”. En su encuesta, “América Latina y el este de Asia se posicionaron como los lugares más felices del mundo”; Europa y Medio Oriente fueron clasificados como las áreas “infelices” o “muy infelices”.
“Colombia el más feliz, Afganistán el más infeliz”
Para ustedes, Afganistán que atraviesa una crisis humanitaria con problemáticas similares a las a la nuestra, resultó ser “el país más infeliz del mundo” ¡Qué gran contradicción¡ En Afganistán como en Colombia, (“el país más feliz del mundo”) millones de personas están sufriendo por la incontenible violencia y han sido desplazadas. Miles de familias han huido desafiando el riesgo de las minas mortales, o de morir por acción grupos armados. “La población afgana, (del país más infeliz del mundo”), ha sufrido más de 40 años”, (nosotros 60), por conflictos políticos y sociales por la pobreza crónica, el terror y la inseguridad, como aquí en “el país más feliz del mundo”.
Contrario a lo establecido por Gallup, “el Décimo Reporte Mundial de Felicidad (World Happiness Report) 2022, de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible, “estructurada por el Banco Mundial, con base en varias encuestas mundiales y entes gubernamentales”: estableció que, “los países más felices del mundo, Finlandia, Dinamarca, Islandia, Suiza y Países Bajos, (todos europeos), obtuvieron una puntuación superior a 7.000”; contradiciendo a Gallup que asegura: “Europa, Rusia y Medio Oriente tienden a ser más pesimistas”. en el World Happiness Report dado a conocer hace dos meses. Y Colombia con 5.781 puntos ocupó el puesto 66 de felicidad, muy lejos de ser “el país más feliz del mundo.”
Estoy seguro de que en Afganistán no suceden algunas cosas como las del Apocalipsis colombiano, donde abandonan bebés en basureros y canecas; donde hay padres que sacrifican a sus hijos en cultos satánicos; donde miles de menores son violados y “matoneados” en sus hogares, en casas de familiares, en la calle, o en sus escuelas y colegios.
“En el país más feliz del mundo”, los ciudadanos tienen miedo no solo al COVID, sino de vivir a merced de los criminales que siembran el terror para para quienes vale más un celular, una bicicleta, unos tenis o una cartera que la vida de sus víctimas. Miedo a la mala suerte de 6.402 muertos por falsos positivos. Aquí la desaparición forzada tiene hoy más de 30.000 desaparecidos, muchos enterrados como N.N. en fosas comunes.
Le hablo señor Stoychev, de una sociedad acorralada por el crimen
Hay miedo a ser víctimas de la escopolamina; de balas perdidas; del paseo millonario; de matones, estafadores, suplantadores, hackers, o de la trata de personas. Le hablo señor Stoychev, de una sociedad acorralada por el crimen, la extorsión, las masacres, el secuestro, la corrupción y la violencia. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, acaba de condenar a Colombia por el exterminio de la Unión Patriótica aniquilada por paramilitares y agentes del estado; entre cuyos centenares de víctimas hubo dos candidatos presidenciales. Aquí han sido condenados por toda clase de delitos congresistas, ministros, gobernadores, alcaldes, concejales, militares, magistrados del indigno “cartel de la toga” que se enriquecieron ilícitamente favoreciendo con sus fallos a corruptos y delincuentes. De centenares de autores de “elefantes blancos” que según CM& suman hoy 15 billones de pesos. Amén del perverso despilfarro de miles de millones del erario para tratar de lavar una mala imagen oficial.
Desde el hacinado infierno de las cárceles superpobladas se maneja el delito; la gente es asediada por ejércitos privados que militan como guerrillas, paras, bandas criminales, pandillas de asaltantes, traficantes de drogas, escuadrones de la muerte, explotadores ilegales de oro y de otros metales y deforestadores que arrasan diariamente 500 hectáreas de bosques contaminando aguas y naturaleza; lo mismo que los autores de atentados a oleoductos. Los sicarios a sueldo a veces confunden a sus víctimas y asesinan a ciudadanos lejanos de todo conflicto. Y hay linchamientos de criminales por justicia propia, “cogidos infraganti”, pero algunas veces inocentes, por confusión.
Según el Fondo de Solidaridad con los Jueces Colombianos, (Fasol), de 1979 a hoy “fueron asesinados 393. La impunidad según algunos expertos, “es del 97%. De cada 100 delitos se denuncian solo 18”, por trabas, por dificultad en hacerlo, por temor a represalias o por la parálisis en los procesos. De esos 18 solo van a juicio tres y solo hay una condena”. Además, centenares de delincuentes gozan de “casa por cárcel”. El General de la Policía Oscar Gómez Heredia, secretario de Seguridad de Bogotá informó que este mes, “de 10 delincuentes capturados por la policía, 8 quedan en libertad”.
El periodista Gabriel Ortiz, escribió: “Los verdugos de los inocentes siembran muerte, pánico y miseria. Los grupos armados reclutan a la niñez, la esclavizan y la preparan para la guerra, o los usan como ‘carne de cañón”.
Aquí, en “el país más feliz del mundo”, señor Stoychev, irrespetan y agreden a las autoridades; infinidad de conductores ebrios y desalmados matan a ciudadanos, y huyen. Hay carteles mercantilistas de pañales, de papel higiénico, de azúcar y de otros productos e Infinidad de pequeños y medianos empresarios quiebran por falta de crédito o por intereses muy altos. Otros son extorsionados; y los pobres son víctimas del “gota a gota” de usureros que ordenan asesinar a quienes incumplen con los pagos.
“28% de los colombianos no puede tener las tres comidas diarias”
El desempleo y el costo de vida insostenible significan hambre y muerte. Según la Fundación Éxito, “cuatro de cada cinco niños están en riesgo de desnutrición en la primera infancia”; y “el 82% de niños y niñas de Colombia podrían padecer desnutrición. Más de un millón pasan hambre”. La Encuesta Pulso Social, del DANE estableció que el 28% de los colombianos no pueden tener las tres comidas diarias. Aquí, señor Stoychev, centenares de miles de menores tienen que madrugar a sus escuelas sin desayuno,
Dice el noticiero del Canal Caracol: “21 millones de colombianos tienen grandes dificultades para conseguir alimentos”. Y la Red de Bancos de Alimentos: “más de 560.000 niños de la primera infancia sufren de desnutrición crónica, centenares mueren por inanición”, Y que: “son incalculables los niños menores de cinco años con retraso físico y emocional”. Su dramático documental, “Los paisajes del hambre en Colombia”, cuenta cómo se sobrevive en medio de la miseria.
A muchos no les importa el hambre que mata compatriotas y que padecen millones; parecieran pensar: “qué me importa que se mueran”. Ni saben el horror que significa ver morir a los hijos de hambre; que millones de seres humanos coman solo una vez al día; o que los niños nazcan sin posibilidades de crecer sanos, o condenados a morir. Bien lo sentenció Pedro Gómez Barrero, quien acaba de morir: “Mientras exista tal pobreza en Colombia no habrá tranquilidad”.
Hay violencia ejercida por indígena; pero también contra algunas comunidades que padecen hambre. Gerardo Reyes, en Univisión, denunció la infamia con que se atenta contra niños, niñas Nükak Makú, Jiw, Sikuani, Tucano, Karijona, en Guaviare. Otro gran problema de Colombia es la tragedia de los migrantes venezolanos atrapados entre el regreso frustrado, el hambre, y la xenofobia por culpa de unos criminales que vinieron a delinquir imponiendo “matar primero y robar después”.
Cuando Gallup afirma que somos el país más feliz del mundo, señor Stoychev, desconoce e irrespeta a los colombianos no combatientes en su pesadilla y en su tragedia que ustedes pasan por alto, aún a pesar de que sus penas son peores, (o similares), a las de la tragedia de Afganistán, “el país más infeliz del mundo”.
Completamente de acuerdo, aunque le faltó muchas otras situaciones como la de la atención de las enfermedades, porque no se puede hablar del derecho a la salud, vista como una obligación ética del Estado quien tiene la obligación de garantizarla como el deber de de cuidar que la población no enferme y la educación que también se volvió un negocio matando las espectativas de los jóvenes para ejercer una profesión.
Excelente columna de Gustavo
Castro Caycedo sujeta a la reali
Dad de Colombia! Imposible
Esconderla!
Un Pais desigual, con una justicia mediocre , como su de
Mocracia y su clase dirigente
Donde está la felicidad?