Se abren las puertas del mal humor

Por Fernando Calderón España.

Ganó el capitalismo.

Abrir la economía era una necesidad.

Con el capitalismo salvaje llegó la hora de darle paso al contagio salvaje.

En el contagio salvaje también funciona el individualismo absoluto y se muere solo.

Hay que beber solo, andar solo, tener sexo solo.

Regresa el onanismo, bueno, no se ha ido, sino que se disparó o disparará.

Como si el resto del mundo, oliera a feo.

Ahora sí el mundo es uno mismo. Como lo ha definido la teoría del solipsismo. Un mundo lleno de solos.

Ganó el capitalismo, porque acudió a los bancos emisores para no morirse. Al fin y al cabo, hace rato pedíamos que el Estado interviniera y que emitiera o se las ingeniara para que la plata no le llegue tan cara a los que emprenden. Creo que esa es la idea, ¿o no?

Keynes está feliz. Pero, la alegría del inglés no durará porque los muchachos de Chicago, aunque pidan cacao, captarán lo que saque el emisor.

El capitalismo salvaje, apoderado de los bolsillos de la clase media, se adueñara ahora de su soledad.

Si la clase media no se deja sacar la piedra y practica la bioseguridad, logrará sobrevivir, porque si no, quién va a fiar.

Como en las presentaciones de los programas de Evert Castro (aquí los viejos tendrán que decirle a los jóvenes quién fue Ever), no “se abren las puertas del buen humor”, sino del mal humor!

Y eso también hace parte del capitalismo salvaje.

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