Jorge Gil Ángel, Bogotá, 10 jul (EFE).- Las denuncias de abuso sexual de soldados colombianos a niñas indígenas han puesto reflexionar al país y la escritora Pilar Quintana no es ajena a ese “monstruo”, que cree no debe ser “normalizado” y al que la sociedad debe enfrentar, “mirarlo a los ojos”.
“Es muy feo, es una realidad que no queremos ver, que nos cuesta ver, pero tenemos que hablar de ella y ponerla sobre la mesa porque es la única manera de hacer que no siga siendo normalizada”, dice Quintana (Cali, 1972) en una entrevista con Efe.
En su opinión, es importante hablar de ello para “poder entender el fenómeno, dejar de normalizarlo, dejar de poner excusas sobre esos comportamientos que no son normales, que no son aceptables y que tenemos que cambiar”.
En las últimas semanas se denunciaron las violaciones a dos niñas, una de 12 años de la etnia embera-chamí por siete soldados del Batallón San Mateo en el departamento de Risaralda (centro), y de otra de 15 de la tribu nómada nukak makú por dos militares del Batallón Joaquín París, en el Guaviare (suroeste), que generaron el rechazo unánime de la sociedad.
Días después el comandante del Ejército, general Eduardo Zapateiro, reveló que hay 118 miembros de la institución investigados desde 2016 por denuncias de violación y abuso sexual.
ACUSACIONES QUE NO LE DEJAN DUDAS
El escándalo no terminó ahí y llegó al mundo de la cultura con los relatos de ocho mujeres que acusan de acoso y abuso sexual al cineasta Ciro Guerra, director de películas aclamadas como “El abrazo de la serpiente” y “Pájaros de verano”, en un artículo publicado por la revista Volcánicas.
“Yo creo que el artículo de Volcánicas expone siete casos de acoso sexual y uno de abuso sexual clarísimos, uno los lee y ahí las denuncias que nos están mostrando a uno no le dejan dudas de que eso que nos cuentan ahí fue abuso sexual y fue acoso sexual”, asegura la autora.
Quintana, que con la exitosa novela “La Perra” (Penguin Random House) ganó en 2018 la cuarta edición del Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana (PBNC), valoró el trabajo periodístico que ayuda a que se dejen de “normalizar esos comportamientos”.
“A mí me parecería que lo ideal es que estos casos no se queden solamente en denuncias periodísticas sino que ojalá tengan un destino con la Justicia y que haya reparación para las víctimas. Yo creo que es importante esto que está pasando, por más doloroso que sea (…) Nos duele a todos, hombres y mujeres, porque hemos crecido en una sociedad machista”, reflexiona.
SU OBRA, UN VEHÍCULO PARA COMBATIR EL PROBLEMA
En “Caperucita se come al lobo”, un libro suyo de cuentos que fue publicado por la editorial chilena Cuneta en 2012 y que esta semana salió a la luz en Colombia en una reedición de Penguin Random House, hay una historia que se llama “Violación”.
En ese cuento corto la autora hace un relato crudo de un abuso sexual en una familia que, según afirma, ha servido para discutir el tema de las violaciones, “para ponerlo sobre la mesa”, en diferentes espacios.
Como ejemplo de ello puso a una profesora de colegio de un pueblo del departamento caribeño del Atlántico que le agradeció por escribir ese texto que utiliza en su clase “para abrir el debate” y a otra mujer que ayuda en una fundación en Cali a menores víctimas de violaciones.
“Ella lo usaba con las niñas (…) porque muchas veces las niñas que son violadas por un familiar, en el contexto de su casa, a ellas les toma muchos años darse cuenta que eso que les pasó no era una relación sexual consentida, sino que era abuso, que era una violación”, añade.
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VIOLENCIA Y SEXO
Esta nueva edición de “Caperucita se come al lobo”, una serie de cuentos crudos sobre sexo y violencia, trae dos historias -“El estigma de Yosef” y “Hasta el infinito”- adicionales a las seis de la primera edición, que según dijo circuló muy poco en su país.
“Volver a leer mis textos anteriores me resulta siempre chocante porque es como (decir) ‘¿Yo pensaba eso?, ¿Yo dije eso?, ¿Cómo se me ocurrió escribir eso?’. Especialmente (ocurre) con estos cuentos, que tienen unas temáticas tan fuertes de sexo y unas escenas tan fuertes de violencia”, asegura.
En estas historias cortas, confiesa Quintana, muestra sus “perversiones” y “fantasías”, pues se considera como “una persona bastante mansa y tranquila, con una vida de apartamento en Bogotá bastante aburrida”.
“Para mí la literatura es la posibilidad de escapar a otros mundos y de hacer cosas que quizás no haría en la vida normal, en la literatura es el lugar donde vos podés actuar con entera libertad y sin miedo a las consecuencias”, afirma.
Es por ello que los ocho cuentos son, en palabras de la autora, “una ventanita a la oscuridad” de su mente, “a los lugares oscuros por los que transitan” sus pensamientos.
GENERACIÓN DEL CAMBIO
Quintana considera que hace parte de “la generación del cambio” en la literatura, que antes era “un club masculino al que dejaban entrar a dos o tres mujeres en cada generación, máximo”.
“Para mí es impresionante ver el cambio de este paradigma, que era lo normal en la literatura (…) Yo creo que lo que esto ha traído para mí ha sido absolutamente beneficioso porque los temas sobre los que yo escribo son profundamente femeninos”, reflexiona.
Como ejemplo de ello puso “La Perra”, un libro en el que habla “sobre la maternidad” y que fue un éxito en ventas.
“Esa es una literatura sobre ser mamá y entonces ese tema no era considerado importante. Creo que ahora con las nuevas autoras (…) que están publicando hoy, han cobrado relevancia los temas que tradicionalmente se tenían como femeninos. Entonces la maternidad ya es un gran tema literario y para mi carrera eso ha sido de lo más satisfactorio”, concluye la escritora colombiana. EFE
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