Mujeres y denuncias públicas: desahogo, advertencia, reclamo, justicia y denuncia

Tomada de istock

Por Johann Sebastian Rico Ricaurte – 13/03/2021.
El planteamiento que surgió desde la antigua Grecia y que divide cuerpo y alma, donde se le otorga a la segunda mayor valor ha producido una base estructural en la cultura universal, base que ha afectado toda la historia produciendo ideas de superioridad e inferioridad.

Esto no solo ha atentado contra la dimensión corporal y todas las actividades que vienen de esta, sino que ha puesto en constante peligro diferentes formas de vida como los animales y, aunque resulte difícil de creer, también al género femenino pues se consideraba que las mujeres no tenían alma, no eran sino mero cuerpo por lo que se le has considerado como inferiores al género masculino.

Esto ha llevado a años de violencia contra la mujer: desde la discriminación hasta la muerte misma. A partir de esto, se han generado dos tradiciones contrapuestas: primera, la mujer necesita de una protección especial y segunda, la mujer debe ser corregida y violentada cuando sea necesario; estas ideas se pueden resumir con la premisa la mujer debe vivir a la sombra de un Dios que lleva por nombre «hombre».  Este artículo atenderá a la segunda idea y al cómo las mujeres colombianas, en su lucha, han involucrado las redes sociales en contra de esta.

El Ministerio de Salud publicó las cifras de violencia contra la mujer que reportaron diferentes instituciones el pasado año. Medicina Legal reporta: 519 mujeres asesinadas (entre el 25 de marzo y 10 de noviembre); el 85% de los casos de violencia sexual fueron mujeres, adolescentes y niñas, 42 suicidios de 279 están, probablemente, asociados a conflictos de pareja y violencia física, psicológica o sexual; Fiscalía general asegura que entre el 25 de marzo y el 29 de octubre se registraron 143 víctimas de feminicidio, 38 durante la cuarentena y, finalmente, las líneas 155, 123 y 122 reportan un incremento en las llamadas relacionadas con violencia de género entre el 24 de marzo y el 10 de noviembre. Respecto al 2021, distintos medios aseguran que estos han aumentado.

Todos estos datos cuantitativos parecen reflejar que dicha cultura machista aún prevalece y lo reafirman los comentarios cotidianos que solemos escuchar en donde ser mujer es sinónimo de ignorancia, debilidad y cobardía, comentarios que se hallan interiorizados al punto de que las mismas mujeres los repiten sin reflexionar sobre ellos. Lo reafirman, también, distintas representaciones artísticas como lo es género musical reggaetón donde en sus canciones se hallan letras que violentan la mujer o incitan a violentarla:

“si sigues con esa actitud voy a violarte hey,
Así que no te pongas alzadita,
Yo sé que a ti te gusta porque estas sudadita”  

Contra la pared – Jiggy Drama

Agárrala, pégala, azótala
Pégala, sácala a bailar que va to’a
Pégala, azótala, agárrala que ella va to’a

Agarrala – Trebol Clan

De esta manera, la violencia contra la mujer se torna un hábito que se transmite de generación en generación y la problemática se normaliza de manera tal que la mujer violenta contra sí misma.

Sin embargo, se hallan grupos de personas que reflexionan al respecto y se manifiestan de distintas formas como canciones, fotografías, poesías, marchas, protestas, entre otros. Un ejemplo de ello, podría ser la canción de Pedro Guerra “Niña”.

Sobre este punto las redes sociales han sido un medio sobre el cual se han apoyado distintos colectivos para manifestarse. Por ejemplo, la cuenta en Twitter “usa la razón” protesta en contra de los contenidos de la industria que promueven la violencia de genero.

Pero, las redes sociales no han sido solo usadas para manifestar las reflexiones que realizan individuos o colectivos acerca de la violencia contra la mujer. Muchas mujeres, además de ser víctimas de violencia se han visto obligadas a reservar todo aquello que les acaece por razones infinitas: son amenazadas, sienten vergüenza, temor a ser juzgadas… sin embargo, muchas de ellas han visto en las redes sociales un medio para desahogar todo esto que reservan, un medio para advertir a las demás sobre sus victimarios, un medio para reclamar justicia y, especialmente, para denunciar.

Estas “denuncias públicas” se han hecho en múltiples formas, hay mujeres que lo hacen desde su cuenta personal, hay quienes acuden a grupos que se encargan difundir este tipo de contenido y hay quienes prefieren hacerlo en anonimato.

El lunes 8 de marzo empezó a difundirse por un perfil de Instagram (@si.fui_violada) una publicación de una chica anónima en la que comenta un caso de violencia sexual que le sucedió hace 4 años, en el 2017. Allí, ella cuenta de manera muy detallada lo que sucedió desde el inicio del día hasta el momento de los hechos; explica lo que pasó después, como aquellos que se suponen podrían brindarle ayuda no hicieron nada al respecto y, al contrario, se tornaron incrédulos frente a lo que decía; y narra todas las afectaciones que esto ha generado en ella. En la descripción de la publicación afirma tener miedo y que por ello realiza la denuncia de manera anónima.

De manera semejante, Johaa Valderrama, decide hacer una denuncia pública a través de la cuenta @primeralineacol donde explica los acontecimientos que su expareja cometió en su contra. Sin embargo, dentro de la publicación, se halla una intención diferente a la del primer caso. Johaa, hace su denuncia pública para advertir sobre el peligro que puede llegar a causar este hombre a cualquier otra persona y con la intención de que sea localizado.

En suma, las redes sociales han jugado un factor clave en la comunicación entre mujeres y el apoyo que entre sí se brindan. Las redes se han vuelto un factor relevante en su lucha por la equidad de género. Allí se hallan grupos, páginas y personas que favorecen la interacción de este tipo de contenido permitiéndoles unificarse en pro de un mismo objetivo: revelarse ante una cultura histórica y arrancar de raíz la idea de que la mujer debe vivir bajo la sombra de lo que la tradición convirtió en Dios: el hombre.

De este modo, el autor de este artículo se atreve a realizar un llamado para transformar la idea de que el cuerpo y el alma son dos entes separados por aquella que asegura que somos sólo cuerpo y por lo tanto somos vida. De ese modo se podrá entender que el hombre no es superior a la mujer, que el ser humano no es superior a las plantas o a los animales; todos somos vida y la vida, a pesar de que somos diversos, nos iguala, elimina la superioridad masculina y nos hace entender que no hay nada vivo por encima o por debajo de otro vivo.

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