María Angélica Troncoso, Río de Janeiro, 4 jun (EFE).- Inquietos o calmados, escandalosos o juguetones, los peludos de cuatro patas que han sido abandonados en Río de Janeiro hallaron con la adopción a domicilio una novedosa forma de encontrar hogar, un sistema que surgió a raíz de la pandemia y que ha resultado más eficaz que el tradicional.
En tan solo un mes y en plena cuarentena por el nuevo coronavirus, “Entrega Pet” ha conseguido hogar para un centenar de animales en Río, el doble de lo que normalmente conseguía cuando la gente iba en busca de una mascota para adoptar.
Los resultados han sorprendido hasta a los mismos creadores que al reinventar la forma de ofrecer mascotas en adopción, nunca imaginaron tener los resultados obtenidos, y menos aún, en medio de la crisis causada por la pandemia.
“Hasta ahora llevábamos los animales los fines de semana (a diversos sitios de la ciudad) para ser adoptados y teníamos mucho éxito, pero con el aislamiento social nos sentimos muy ansiosos y con perspectiva de adopción cero, porque nuestro proyecto estaba restringido a la visita de las personas para que se diera la adopción”, explicó a EFE Roberto de Paula, subsecretario de Bienestar Animal de la alcaldía municipal.
El nuevo coronavirus llegó a Brasil a finales de febrero, pero solo a mediados de marzo, tras conocerse la primera muerte por COVID-19, empezaron a implementarse las medidas de confinamiento en algunas de ciudades, entre ellas Río.
En poco más de dos meses Brasil ya ocupa el segundo lugar del mundo en contagios (587.017) y el cuarto por fallecimientos del COVID-19 (32.548).
Río de Janeiro, la capital fluminense, es el segundo mayor epicentro de la pandemia con más de 4.000 muertos y cerca de 33.000 infectados, según el último reporte oficial.
De acuerdo con el subsecretario, antes de la llegada del COVID-19, la alcaldía de Río lograba conseguir hogar para unos 40 animales al mes.
“Con la pandemia llegamos a cero y hoy (un mes después) estamos en torno a las 98 adopciones”, señaló.
La acogida por parte de los cariocas ha sido “enorme”, con más de 1.500 llamadas de interesados, aunque, como reconoce De Paula, algunas solo buscan “saciar la curiosidad”.
“BICHINHOS” DE TODO TIPO
Madonna, Dafne, Rasta, Caetano o Agal, son algunos de los “vira lata” también conocidos como “chandosos” “cuzcos” “mil leches” o “pipecos” (pinches perros corrientes) que han sido rescatados por la Alcaldía en las calles de la “cidade maravilhosa” y que castrados, desparasitados y con las vacunas al día, esperan ansiosos encontrar un hogar.
Los “gatinhos” también están en las listas que virtualmente son enviadas a los interesados en adoptar una mascota, un proceso en el que se toman todas las consideraciones necesarias para que el animal quede en buenas manos.
“Son entrevistas simples pero requerimos de una adopción responsable. Él es un miembro más de la familia, requiere atención veterinaria, alimentación y todos los cariños necesarios para una buena convivencia”, destaca De Paula.
El proceso es sencillo y gratuito. El interesado contacta por un número de whatsapp el servicio, donde un encargado del albergue averigua qué tipo de mascota busca, le envía los archivos de los posibles aspirantes y después toma nota sobre las condiciones de vida que el futuro tutor le ofrece al animal.
HASTA LA PUERTA DE CASA
Desde el primer contacto hasta el recibimiento de la mascota en la puerta de la casa no pasan más de cuatro días y todos ellos cuentan con un chip implantado que contiene su historial completo.
Aunque las adopciones han aumentado en la época de pandemia, son los más jóvenes los que más buscan un “bichinho” (animalito en portugués) como mascota.
Otros, como Bruno Martines, un periodista de 35 años que vive solo y que por la pandemia ahora trabaja desde casa, encontraron en esta etapa de la vida el momento ideal para hacer realidad un sueño.
“Ahora no tengo perspectivas de volver a viajar. Estoy en casa el tiempo entero, entonces puedo dedicar ‘full time’ para el ‘bichinho’.
Creo que es una unión que se dio en el momento ideal, cuando para mí es más fácil poder cuidar de esa adopción, darle atención y realizar una cosa que yo siempre quise”, aseguró a EFE.
Leo, su hijo gatuno, tiene tres años encima y casi todo el tiempo se la pasa echado en el sofá o en una silla que destinó para él desde el primer momento en que llegó a su nuevo hogar.
“Es muy tranquilo. Yo tengo muchos objetos, mucha cosita y quedé preocupado de que el gato fuera a tumbar todo, pero no. Nunca tiró ni quebró nada, es muy tranquilo, muy calmado”, indicó. EFE
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