Tatiana Fandiño – 12/03/2021.
Las mujeres, desde tiempos inmemorables, no solo asumen parte importante del trabajo no pago (amas de casa) también las tareas comunitarias como la atención a enfermos, niños o ancianos, sino que una vez que consiguen entrar al mercado laboral se hallan con una muralla que les impide progresar al mismo paso que al género masculino. Puntualmente América latina hace parte de ese sector mundial donde el machismo ha disminuido bastante, más no lo suficiente para aceptar en su totalidad que un hombre puede dedicarse a los deberes del hogar, y una mujer puede mantener económicamente ese hogar, cada uno dedicándose únicamente a eso.
Dicha discriminación se basa, primero, en la complejidad de promoción o ascenso gremial que experimentan las trabajadoras, lo cual da sitio a que la mayor parte de puestos de responsabilidad se encuentren reservados para los hombres, siendo un inconveniente del pensamiento clásico que todavía se vive; segundo, la brecha salarial que hace referencia a la diferencia existente entre el salario medio varonil y el femenil en un territorio o zona definido por distintas razones, la mayoría, por el simple hecho de ser mujeres, se les paga menos. Ahora, en el desempeño de actividades donde ambos sexos tengan la capacidad de realizarlas con la misma eficiencia, depende el cargo o el área para ver cuál de los dos, si hombre o mujer, va a ejercer; supongamos que una empresa solicita personal de aseo, donde muy seguramente contratarán a mujeres, así no tengan experiencia limpiando pisos ni ventanas, pero este tipo de ofertas son las que más abundan para el nicho femenino.
La siguiente selección de países latinoamericanos está acompañada por la brecha salarial de género de acuerdo a Wordwide Bureaucracy Indicators (Banco mundial) del año 2019
Costa Rica: <6% (las mujeres cobran más que los hombres)
Ecuador: 2%
Colombia: 10%
Perú: 11%
República Dominicana: 13%
Argentina: 17%
Chile: 19%
Brasil y México: 20%
Uruguay: 21%