Por Fernando Calderón España
Hablar por hablar era un programa de la radio colombiana en donde los oyentes hacían eso, hablar por hablar. Decían palabras sin sentido que, en algunos casos, tenían un poco de sentido.
Los oyentes llaman a los programas de radio para hablar, como si tuvieran la necesidad de hacerlo.
Hace poco, leí en un diario huilense, una nota sobre uno de los elefantes blancos, más blancos y más elefantes que se haya atrapado en esta selva de hambrientos cazadores que viven al acecho del tesoro público. Que en verdad si es tesoro, pero no público.
En la nota se hablaba de la visita de un ministro y del gobernador a la zona en donde se produjo un acto de magia negra, que sacó del sombrero de copa un elefante blanco que murió y se pudrió o se pudre, sin que nadie se percate del olor: el distrito de riego Paicol-Tesalia.
Para resucitarlo, el ministro y el gobernador, que son magos dignos de Hogwarts llegaron al que hubiera sido un generoso distrito de riego, a hipnotizar a los alcaldes de la región y a decirles que tranquilos, que todo estará bien. Como les dicen los magos a los colaboradores del público en sus actos.
Como la imagen de Celio se quedó en la recordación nacional, el ministro pudo haberse ido convencido de que en el Huila esperamos, todavía en la hamaca, a que nos hagan la cuenta de las zurumbas y nos den la ñapa al ojo porque no sabemos de porcentajes.
Sacando el pecho de político costeño, el ministro anunció que estaban listos 3 mil millones de pesos para rediseñar y continuar un proyecto que después de 10 años deberá empezarse casi desde el principio.
Uno sabe que cuando va a construir una casa hay que tener todo el dinero hasta que termine la casa. De lo contrario, si detiene la obra, la casa le costará el doble, le aprendí a mi amigo Libardo Ramírez.
Otro ingenioso hidalgo anunció que sólo faltaba el 20% para finalizar el distrito. Si en el proyecto se “irrigaron”, 230 mil millones, que se evaporaron, y va en el 80%, faltarían 57.500 millones para cumplir con lo que queda, si Pitágoras, que ayudó a hacer las matemáticas, no estaba ebrio cuando produjo su aporte. Y de esos 57 mil y pico llegarán, con mucho esfuerzo, 3 mil, a manera de hazaña.
Todos sabemos el acto de magia de los rediseños. Y cómo finalizan. Si no me creen, pregúntenle a otro mago, el ex alcalde Peñalosa.
Y eso es hablar por hablar. Sobre todo cuando se necesita.