Marta Garde, París, 10 feb (EFE).- La detención este miércoles de una importante figura del cine francés y las acusaciones contra otros famosos muestran cómo el libro “La familia grande” ha roto en un mes la ley del silencio que imperaba en Francia sobre los abusos sexuales a menores.
El productor Dominique Boutonnat, responsable de éxitos como “Intouchables” (“Intocable”) y actual presidente del Centro Nacional Cinematográfico (CNC), fue arrestado tras haber sido acusado por su ahijado de agresión sexual y tentativa de violación.
Pero su caso es solo uno más de los que han salpicado la actualidad francesa desde que la jurista Camille Kouchner reveló en “La familia grande” que su padrastro, el reconocido politólogo Olivier Duhamel, abusó de su hermano mellizo cuando este tenía 14 años.
Duhamel, eurodiputado socialista entre 1997 y 2004, de 70 años, dimitió tras el escándalo como profesor y presidente de la Fundación que dirige el famoso Instituto de Estudios Políticos francés Sciences Po, y está ya bajo investigación por violación y agresión sexual a un menor.
Dos personas más cayeron con él: el filósofo Alain Finkielkraut, despedido de la cadena LCI por haberse preguntado en antena si pudo haber consentimiento, y el director de Sciences Po, Frédéric Mion, que este martes renunció a su cargo después de que se le reprochara no actuar pese a haber estado al tanto del presunto abuso.
Esa escuela superior estaba ya bajo los focos desde hace semanas con una campaña digital que agrupó las quejas en la etiqueta #SciencesPorcs (Ciencias Cerdos), con la que sus estudiantes acusaban a la dirección de haber silenciado violaciones en sus centros y de haber protegido a sus autores, procedentes de familias destacadas.
DENUNCIA GLOBAL EN LAS REDES
No ha sido la única etiqueta que ha englobado la rabia: #MeTooInceste (#MeTooIncesto) se hizo viral a mediados de enero con casos de otras víctimas abusadas en sus familias, y #MeTooGay hizo visibles las violaciones a hombres homosexuales.
“La mediatización juega un rol importante en la aceleración de la toma de conciencia, pero había un movimiento de fondo, una sensibilidad social frente a la violencia sexual. Ese libro no podría haber sido publicado hace 10 o 15 años”, explica a Efe la filósofa e historiadora Julie Mazaleigue-Labaste.
Las víctimas ya hablaban antes, sostiene, pero no contaban con un espacio tan amplio para ser escuchadas. Y la fuerza de las redes sociales ha hecho que el eco de las denuncias sea constante y exponencial.
Este martes, por ejemplo, se supo que otro famoso productor, Gérard Louvin, director además de la edición francesa de “Star Academy”, está siendo investigado junto a su marido por violación de menores y complicidad.
También ayer, en su habitación del campus universitario de París-Nanterre, fue hallado el cuerpo sin vida de un alumno de 20 años que hace tres semanas denunció por violación a Maxime Cochard, concejal comunista en la Alcaldía de París. Según las primeras pesquisas, se trataría de un suicidio.
“Gracias a su valiente testimonio, este joven estudiante comprometido contribuyó a una ola de liberación de la palabra necesaria y sin precedentes”, declaró en Twitter la alcaldesa parisina, Anne Hidalgo.
CONDENA POLÍTICA
Las redes han sido tanto escenario de las denuncias públicas como de la reprobación de la clase política hacia esos comportamientos. El propio presidente, Emmanuel Macron, colgó un vídeo a finales de enero en el que reconoció que el silencio existente por fin ha explotado.
“La vergüenza cambia hoy de campo. (…) A quienes os habéis librado de una carga que habéis aguantado durante demasiado tiempo, a quienes lo vais a hacer y a veces dudáis, solo quiero deciros que os escuchamos, os creemos y no volveréis a estar solos”, señaló.
Las leyes francesas también empiezan a actualizarse. Este martes, el ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, anunció que el Gobierno convertirá en delito las relaciones sexuales con penetración entre un adulto y un menor de 15 años, incluso si hubiera consentimiento.
Pero Mazaleigue-Labaste, también directora de investigación en el Centro Nacional francés de Investigaciones Científicas (CNRS), recela de su impacto.
“Poner el acento en la represión no disminuirá el número de víctimas. Las víctimas cuentan que en el sistema legal y judicial actual no han sido escuchadas. Añadir leyes no cambiará nada. El dispositivo concreto de ayuda a los afectados implica inversión pública, material, personal, y eso no se mueve demasiado”, concluye. EFE
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