Por Fernando Calderón España.
Los jóvenes son la población más irrespetada y manoseada de Colombia.
En la primera juventud, esa que antecede a la ciudadanía, son objetivo de las religiones para alienar su conciencia y su personalidad.
Cuando son agentes de elección alguna, los persiguen con promesas para conquistar sus ilusiones y ponerlos a votar por el que mejor venda su fantasía.
Cuando terminan una carrera los usan en las empresas como pasantes, practicantes o aspirantes sin pagarles adecuadamente. Eso se llama explotación.
A las mujeres jóvenes las cazan las ofertas del uso de la carne que incentivan, incluso, las redes para atropellar su dignidad y sus objetivos como ser humano. Con engaños caen en redes de prostitución, del modelaje que camufla la venta corporal, y de otros comercios de la lascivia.
Hoy se está menospreciando a los jóvenes. El año que viene serán el futuro de la nación.