Por Fernando Calderón España.
Uno de los primeros escollos de la reforma tributaria que tramita el gobierno no es el congreso, la corporación que elige el pueblo para que lo represente en la creación o derogación de las leyes que definen a un estado de derecho. Entre ellas la ley tributaria.
El arrecife que aparece en las aguas en las que navega la nueva administración lo forma un empresariado de los niveles altos de la producción que no quiere disminuir sus pingües ganancias y ventajas en un modelo que ha conservado los privilegios de los epulones o glotones criollos. En el sector bancario la utilidad a mayo de 2022 fue de 7.6 billones de pesos. Pero, le es imposible poner un poco más para destinos sociales y ganar solo, a manera de propuesta, un billón menos.
Los expertos han dicho que la reforma de los tributos pretendida por el gobierno es una de las más ambiciosas que se haya presentado y se acerca a la estructural que tanto han anhelado los sabios de la hacienda pública.
No entiende uno que tiene la experticia de contribuyente serio, qué es lo que quieren entonces los aclamados doctores de lo tributario y de la política. Pedían a gritos una reforma estructural durante los últimos gobiernos de derecha y, ahora que se concibe una muy cercana a ese deseo, amenazan con arruinarla solo porque es inspirada en un pensamiento contrario a la tradición. O le quita una migaja de sus ganancias. Es como si estuvieran apostándole al fracaso de un gobierno que les parece no apto para sus metas de acumulación.
El obstáculo surge ahora, no en el representante del pueblo, como decía arriba, sino en un grupo de la economía de élite que quiere continuar amasando fortunas a costa de los trabajadores que con la plusvalía han alimentado sus cuentas bancarias, sus bienes y sus confortes. Nuestro país, devoto cristiano y con una feligresía que se da golpes de pecho sonoros en domingo está entre los cinco más desiguales del orbe.
La ANDI, un orangután con los músculos suficientes para lanzar torpedos y, recientemente, los cafeteros -claro, los grandes- han lanzado las primeras amenazas si el congreso aprueba la reforma tributaria que promueve un modelo solidario, contra el individualista, que busca más recursos para hacer lo que nunca se ha hecho: La redistribución del ingreso nacional de una manera más adecuada e inteligente y el destino social tan movedizo en la historia de un Estado que no ha cumplido con su fin último, la felicidad de sus asociados.
La reforma está en discusión y de acuerdo con el derrotero del gobierno se escucharán los reparos o las objeciones de todos los grupos de interés en la sociedad colombiana, representados en el Congreso, pero no se puede atemorizar a la población con vaticinios de desempleo o de fuga de la inversión en momentos en los que más se necesita de la fraternidad, la misma que permitió al calvinismo y el puritanismo, según Weber, ser el espíritu del capitalismo.
Desde estas letras de un insignificante tributario clamo porque los empresarios que pertenecen a esa nobleza nativa a la que se llega por herencia, por el don del negociante o por el azar hagan honor, por lo menos, a sus convencimientos religiosos con los que creen que llegaron a la cúspide de la riqueza terrenal.
Fariseos si no.
Te puede interesar:
A la democracia le falta virtud.
Nos hicimos a una democracia demasiado “demócrata”. Bien lo dijo Discépolo: “Hoy resulta que es…
CARTA ABIERTO AL CORRUPTO DE CÉSAR GAVIRIA
Al insultar al presidente de la República, como usted lo hizo ayer al descalificarle su…
La precariedad del periodismo
La precariedad del periodismo no es solo económica. La sobreproducción de información en busca de…