Entierros dignos para los necesitados, la consigna de una familia boliviana

AME3814. SANTA CRUZ (BOLIVIA), 22/07/2020.- El boliviano Esteban Molina muestra un ataúd fabricado por la “Barraca Molina”, la empresa de su familia, el pasado 21 de julio, en Santa Cruz (Bolivia). Las personas más pobres que perdieron a sus seres queridos por la COVID-19 en Santa Cruz, la ciudad boliviana más golpeada por la enfermedad, han encontrado apoyo en una familia solidaria que empezó a fabricar ataúdes y donarlos para que los fallecidos tengan entierros dignos. La iniciativa se lleva adelante en la “Barraca Molina”, un negocio familiar que fabrica revestimientos de madera y machimbres o piezas de madera que se ensamblan para cubrir pisos, y ahora hace los ataúdes, según explicó a Efe Esteban Molina. EFE/ Juan Carlos Torrejón

 

Santa Cruz (Bolivia), 22 jul (EFE).- Las personas más pobres que perdieron a sus seres queridos por la COVID-19 en Santa Cruz, la ciudad boliviana más golpeada por la enfermedad, han encontrado apoyo en una familia solidaria que empezó a fabricar ataúdes y donarlos para que los fallecidos tengan entierros dignos.

La iniciativa se lleva adelante en la “Barraca Molina”, un negocio familiar que fabrica revestimientos de madera y machimbres o piezas de madera que se ensamblan para cubrir pisos, y ahora hace los ataúdes, según explicó a Efe Esteban Molina.

Los Molina llevan la solidaridad en las venas, pues Gabriela, la hermana de Esteban, lidera la fundación Plato Lleno, que recolecta comida para repartirla en lugares necesitados, como los hogares de acogida de ancianos.

Gabriela recibió una llamada pidiéndole ayuda para tres reclusos que murieron por la COVID-19, cuyas familias “no tenían ni para los cajones”, indicó Esteban.

Entonces se pusieron manos a la obra para recolectar dinero y comprar los ataúdes, pero al ver que los costes oscilaban entre unos 216 a 430 dólares, decidieron usar la empresa familiar para hacer féretros de madera y donarlos a personas sin recursos, agregó.

“Le pedimos a mi padre que es el dueño (de la empresa) que nos los haga al costo y nosotros empezamos a buscar el financiamiento y los donamos para que podamos suplir esa demanda que iba a haber para las personas necesitadas”, señaló Esteban.

Los ataúdes son sencillos, están hechos de madera café y llevan tallada una cruz en la tapa, además de agarradores de soga en los costados.

 

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Las donaciones han llegado a instituciones que están apoyando con los entierros de los fallecidos por la COVID-19, como la Alcaldía cruceña.

Según Esteban, la capacidad de producción es de diez ataúdes por semana y una vez que alcanzan esa cifra, los donan de inmediato.

“La idea es que la familia pueda enterrar a su ser querido de una forma digna y bajo las creencias que tiene”, concluyó.

Santa Cruz, la mayor región boliviana con más de tres millones de habitantes, es la que más casos de COVID-19 registra, con 854 fallecidos y 30.887 positivos confirmados, cerca de la mitad del total nacional.

El total nacional en Bolivia, que tiene unos once millones y medio de habitantes, es de 2.273 decesos y 62.357 contagios desde que se reportaron los primeros casos en marzo pasado, según los más recientes datos oficiales.

La capital cruceña, junto con El Alto, La Paz y Cochabamba, las principales ciudades de Bolivia, reportan casos de centros de salud saturados por el aumento de enfermos y cementerios que tienen que ampliar de urgencia el espacio para recibir más fallecidos por la enfermedad. EFE
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