Jorge Dastis, Viena, 1 dic (EFE).- Desde hace unas dos semanas un centenar de farmacias de Austria ofrecen test rápidos de coronavirus a personas sin síntomas, con el objetivo de ampliar la oferta de testeo para poder salir antes de las vigentes restricciones comerciales y sociales contra la pandemia.
La pionera fue “Marien Apotheke”, una botica situada en una zona céntrica de Viena, que tiene el proceso bien estudiado: comenzó en octubre, antes incluso de que existiera una regulación al respecto.
Su experiencia permitió convencer a las autoridades sanitarias de que hacerlo era seguro y útil. Ahora ya son más de cien las farmacias de todo el país que hacen test de antígenos para detectar la covid-19, pero cuando Marien Apotheke empezó, era la única.
“Al principio se suponía que no podíamos hacerlos”, explica a Efe Karin Simonitsch, propietaria de la botica.
“Luego le preguntamos a un abogado cuáles serían las condiciones legales para hacerlo posible. Y había otra cuestión, que si por motivos de higiene sería posible hacerlos en una farmacia”, cuenta.
ENTRADA PROPIA
La farmacéutica explica que, para adaptarse a los requisitos, decidieron habilitar una sala separada de la farmacia para hacer los test, a la que se accede desde la calle por una entrada propia.
Además, las pruebas las realizan estudiantes de medicina a los que les queda poco para graduarse y que han recibido una formación específica.
Según Simonitsch, aunque en un primer momento tuvieron que retirar el servicio porque las autoridades no permitían los test en farmacias, su ejemplo sirvió para que, a nivel nacional, se aprobara en noviembre una regulación que detalló los requisitos para ofrecerlos.
Unos requisitos muy similares a los que ha propuesto la Comunidad de Madrid al Ministerio de Sanidad español para que permita a las farmacias hacer test de antígenos en sus locales: que los que las realizan hayan completado una formación específica sobre su uso, que se cumplan unas condiciones especiales de higiene y que se reporten los casos positivos a las autoridades.
ENTRAR Y SALIR
En la Marien Apotheke, hacerse la prueba cuesta 20 euros (24 dólares). En principio hay que registrarse por Internet, aunque también es posible acudir directamente y, si no hay mucha cola, entrar en el momento.
Un sanitario recoge la muestra y se la pasa a sus dos compañeros, sentados detrás de él en una mesa donde la procesan y evalúan los resultados.
El proceso de hacer la prueba apenas dura unos segundos, es entrar y salir.
Si el resultado es negativo, recibe un correo a lo largo del día, pero si es positivo la farmacia le llama inmediatamente, además de reportar el resultado a las autoridades para que puedan confirmarlo con una prueba PCR, considerada como más fiable que el test de antígenos.
“Esta persona tiene entonces que decidir qué hacer: quizás no coger el metro, ni un taxi, sino ir andando a casa o pedirle a alguien que viva con él que vaya a recogerle”, explica Simonitsch.
Desde que empezaron a hacer las pruebas en su farmacia, unas 300 por día, alrededor del 1 % ha dado positivo, cuenta la farmacéutica.
Explica que el test que utilizan, de un fabricante holandés, tiene unos porcentajes de especificidad y sensibilidad del 98 %.
Austria fue uno de los países que mejor pasó por la primera fase de la pandemia pero sus datos de incidencia han estado entre los más altos del mundo en la segunda ola, lo que obligó al Gobierno decretar a mediados de noviembre un cierre de todo el comercio no esencial y de los colegios.
VIAJAR SEGURO
El proceso en las farmacias puede ser tan seguro, o más, asegura Simonitsch, que los test en masa que el país lanzará esta semana, una estrategia de “cribado masivo” que ha sido criticada por algunos epidemiólogos, pero con la que el Gobierno espera poder reactivar la economía y la vida social.
“Estos días viene mucha más gente por las Navidades”, explica la farmacéutica, ya que muchos buscan hacerse la prueba antes de viajar a ver a sus familiares en otras partes del país.
“Nosotros los llamamos ‘test de mimos’, porque cuando te lo haces sabes que al menos durante un par de horas puedes abrazar a alguien”, dice Simonitsch.
También acuden empleados de varias oficinas cercanas, a los que sus empresas les pagan la prueba de antígenos cada semana para que puedan acudir a trabajar con mayor seguridad.
“Por eso, los lunes por la mañana apenas hay hueco en la farmacia”, explica la propietaria de la Marien Apotheke.
Para la farmacéutica, lo más importante es ofrecer opciones a la gente, que “necesitan respuestas rápidas para saber qué hacer”. EFE
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