Ricardo Maldonado Rozo, Cartagena (Colombia), 24 may (EFE).- Como si hubiera izado la bandera amarilla de la peste, el barco carguero “Susurro” fue impedido de fondear en frente de la isla de Tierrabomba, cercana a Cartagena, y en el Caño del Oro, por el temor de sus habitantes a ser contagiados de COVID-19.
Con siete marineros a bordo, seis de ellos contagiados, la embarcación que llegó a Cartagena el pasado 18 de mayo procedente del archipiélago de San Andrés y Providencia permanece en cuarentena, fondeada en la Bahía de las Ánimas, frente al centro histórico de la ciudad, donde finalmente pudo soltar anclas después de ser rechazado en los otros dos lugares.
La situación de este navío recuerda a la de Florentino Ariza y Fermina Daza en “El amor en los tiempos del cólera”, una de las obras cumbre del nobel colombiano Gabriel García Márquez.
La pareja navegaba por el río Magdalena bajo la simulada bandera amarilla pues “desde algunos pueblos les tiraban cañonazos de caridad para espantar el cólera” y “los buques de cualquier compañía que cruzaban en el camino les mandaban señales de condolencia”.
En este episodio producto de la fértil imaginación de Gabo, el capitán Diego Samaritano cohonesta la propuesta de Florentino Ariza de izar la bandera de la peste, declararse en cuarentena y navegar en emergencia para complacer un capricho de Fermina Daza.
Pero la historia del “Susurro”, que usualmente lleva víveres y materiales de Cartagena al archipiélago de San Andrés, es menos romántica y más trágica que la de la novela de García Márquez.
Esto porque uno de sus tripulantes falleció y de los otros siete, seis están contagiados de coronavirus. Desde que comenzó el viaje los marineros completan 30 días a bordo de este viejo barco de 32 metros de eslora donde esperan la recuperación de los enfermos.
BITÁCORA DE LA PESTE
El “Susurro” zarpó de Cartagena de Indias al mediodía del 25 de abril, cuando Colombia ya estaba en cuarentena, cargado de provisiones para abastecer las islas caribeñas de San Andrés y Providencia.
A la primera llegó el 27 de ese mes, pasadas las cinco de la tarde, sin novedad y cumpliendo los protocolos de seguridad sanitaria.
La noche del 28 de abril zarpó hacia Providencia, en donde permaneció cinco días y volvió a San Andrés el 4 de mayo para emprender el regreso a Cartagena.
Hasta ahí todo había sido tranquilo. Una más de las cientos de travesías que el carguero había hecho entre el continente y el archipiélago situado a 720 kilómetros de la costa colombiana.
EMERGENCIA A BORDO
Después de recorrer casi la mitad del trayecto de vuelta, el “Susurro” informó a la Capitanía de Puerto de San Andrés que estaba de regreso porque navegaba con uno de sus marineros enfermo.
En la isla, que cuenta con una precaria infraestructura sanitaria, se prendieron las alarmas ante la posibilidad de que el enfermo fuera un caso de COVID-19, pero las autoridades recibieron al barco y lo obligaron a fondear en la bahía interior, un lugar conocido como Los Almendros.
Sin embargo, cuando llegaron los funcionarios de la Secretaría de Salud encontraron que el enfermo había muerto y el cadáver fue retirado de inmediato de la embarcación.
El secretario de Salud de San Andrés, Julián Davis, explicó a Efe que “es motivo de investigación la causa real de la muerte de este marinero, de 58 años, ya que al cuerpo no se le pudo hacer la prueba de COVID-19 pues habían pasado más de seis horas y pasado este tiempo el test no sirve”.
Davis dijo que además de la causa del fallecimiento se investiga “por qué el capitán nunca informó que el señor había fallecido; por qué, si es verdad que habían navegado la mitad del trayecto, no continuó el viaje a Cartagena, donde el enfermo habría encontrado una mejor atención médica”.
El funcionario relató que sobrinos del fallecido que viven en la isla dijeron que la víctima les había manifestado que “sentía el cuerpo como disgustado, que sí estaba enfermo desde antes (de zarpar), que tenía fiebre, que tenía síntomas de gripe y que le habían recetado unas pastillas de acetaminofén y unas vitaminas”.
CORONAVIRUS EN EL ARCHIPIÉLAGO
A la llegada del “Susurro” con un muerto a bordo, y al hecho de proceder de Cartagena, una de las ciudades colombianas más golpeadas por el COVID-19, con 1.878 casos y 96 fallecidos en la actualidad, atribuyen las autoridades de San Andrés el aumento de contagiados en el archipiélago.
Davis aseguró que hasta la llegada del barco en San Andrés solo había “seis casos del virus; cinco de ellos ya estaban recuperados y uno permanecía activo, y en Providencia no había ninguno”.
“Después de la llegada del ‘Susurro’ aparecieron 15 casos más, de los cuales 13 están relacionados con el buque: los seis tripulantes, tres miembros de la Armada que estuvieron en contacto con el barco, dos médicos de sanidad portuaria, una enfermera en Providencia que fue quien les hizo el tamizaje dentro del buque y el responsable de recoger la carga en Providencia”, dijo Davis.
Todos ellos se recuperan al igual que los seis tripulantes del “Susurro”, quienes esperan que una vez superado este trance las autoridades les permitan por fin desembarcar en Cartagena para volver con sus familias. EFE
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