Ricardo Maldonado Rozo, Cartagena (Colombia), 18 ago (EFE).- Las vendedoras del Portal de los Dulces, en el centro de Cartagena de Indias, que desde hace un siglo endulzan paladares de lugareños y turistas, ya no aguantan más la inactividad por la pandemia de la COVID-19 y dicen estar listas para abrir con todos los protocolos de bioseguridad.
Una de ellas es Evelia Alcalá, quien explica a Efe que la pandemia las ha dejado “manos abajo”, pues incluso algunas han fallecido y el resto están en la quiebra económica.
Recuerda, con una profunda nostalgia y tratando de contener el llanto, que “el Portal nunca había estado tanto tiempo cerrado”.
“Para mí, el Portal es historia, es parte de mi vida porque yo crecí allí, vi muchos sucesos, tuve muchas vivencias”, asegura y agrega que no ve “al dulce simplemente como una manera de ganarme la vida, sino que lo llevo en mi sangre, en mi corazón”.
La mayoría de las mujeres que trabajan en el Portal son madres cabeza de hogar que viven del día a día y que necesitan al Portal para subsistir.
En total son 29 los puestos de dulces de los que obtienen el sustento diario cerca de cien personas.
“Nosotros estamos haciendo los protocolos de bioseguridad para la reactivación del Portal de los Dulces. Esperamos que a partir del 1 de septiembre -cuando llegue el primer vuelo piloto desde Bogotá en casi seis meses- el Portal ya tenga sus puertas abiertas al público con los protocolos”, expresa.
DULCEROS FALLECIDOS POR LA COVID-19
La pandemia no solo ha traído la ruina económica a estas familias, también se ha cobrado la vida de tres personas que se dedicaban a vender sus dulces, uno de ellos un hermano de Alcalá que falleció el mes pasado.
“Delsa Martínez -otra vendedora de dulces- murió pensando que no iba a regresar al Portal y así hay muchas señoras que hoy en día están enfermas”, dice la mujer.
La vendedora cuenta que sus compañeras la llaman a diario a preguntarle sobre qué van a hacer y cuándo podrán regresar a trabajar, por lo que les responde con motivaciones e incentivos para que no les pase lo que a ella, que acudió al sicólogo por la depresión que le provocaron las deudas y la incertidumbre.
UN SIGLO DE TRADICIÓN
El Portal de los Dulces comenzó en 1921 debajo de las arcadas de los edificios que conforman el frente de la Plaza de los Coches, que era el lugar donde muchos cartageneros se reunían en el siglo pasado a leer el periódico, tomar café o simplemente a refugiarse del inclemente sol del Caribe colombiano.
En ese lugar hay instalados 29 puestos de vendedoras que con su sapiencia culinaria no solo endulzan los paladares de cartageneros y turistas sino que mantienen viva una tradición de la gastronomía local.
“Este es el rincón reconocido por todos como el lugar donde encuentran los verdaderos dulces cartageneros”, asegura Alcalá.
Allí los visitantes pueden comprar cocadas de todos los sabores como coco, piña, arequipe, maracuyá, papaya, ajonjolí, plátano y almidón de yuca, entre otros.
Muchos de esos dulces son herencia de las tradiciones que llegaron con los conquistadores españoles y posteriormente con los esclavos africanos.
“Las mujeres cartageneras aprendimos de esa tradición y la seguimos cultivando hasta nuestros días”, dice la vendedora.
Los principales representantes de esta herencia son “los ‘caballitos de papaya’, que tienen una herencia española, y ‘el millo’, que es la ‘alegría’ que vino del África”.
“Los ‘caballitos de papaya’ están hechos con base de papaya biche y azúcar, y ‘las alegrías’ están hechas con base de millo, que parece como un maíz, panela, coco y anís”, detalla.
Sin embargo, las vendedoras de dulces, que son también promotoras de la tradición culinaria, se enfrentan a diario a algo que dicen que está afectando su trabajo en el centro histórico de Cartagena: la prostitución y la venta clandestina de drogas.
Según afirma, por las noches, cuando las vendedoras recogen sus cosas, hay quienes “quieren montarse arriba de las mesas” y dejan sobre ellas botellas, cajas de pizza, colillas de cigarrillos, chicles, por lo que “todos los días tenemos que estar arduamente limpiando”.
PEDIDO DE AYUDA
Evelia Alcalá y las demás vendedoras no perciben dinero desde el 14 de marzo cuando se cerró el Portal de los Dulces.
Intentaron vender sus productos por internet o a domicilio pero esta iniciativa no funcionó porque muchas de ellas no saben manejar las tecnologías.
Si bien la alcaldía de Cartagena les dio una ayuda en abril, dicen que desde entonces no reciben nada, por lo que hacen un llamado al Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena de Indias (IPCC) para que les otorguen “un auxilio como gestoras culturales”, ya que cultivan y transmiten una tradición que en 2021 cumplirá cien años. EFE
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