Alberto Santacruz, Mérida (España), 30 ene (EFE).- Las pedanías de El Marco, una portuguesa y otra española, separadas únicamente por el arroyo Abrilongo, afrontan el difícil reto de cumplir con la “restricción de movilidad temporal” decretada por el Gobierno portugués, aunque no será muy difícil hacerla efectiva, pues su única vía de comunicación es un puente de tan solo tres metros, el más pequeño de Europa.
Portugal anunció el jueves que desde el domingo y durante 14 días limitará la salida de sus ciudadanos y que repondría controles en la frontera terrestre con España debido al alto impacto de la tercera ola de la covid-19.
Ambos países restablecerán temporalmente los controles en la frontera interior terrestre desde este domingo y solo se permitirá el tránsito por pasos determinados.
Administrativamente, El Marco portugués depende del municipio de Arronches, en la región del Alentejo, mientras que El Marco español pertenece al término municipal de La Codosera (Badajoz, región de Extremadura). Y eso que “en dos o tres pasos” estamos en un país o en otro, relata a EFE el alcalde de La Codosera, Joaquín Tejero.
Fueron tierras portuguesas que vivieron y sufrieron numerosos episodios bélicos entre ambos países. Con el Tratado de Lisboa (1864), España y Portugal definieron las lindes utilizando el arroyo Arronches.
“La Reyerta de Arronches será dividida, quedando para Portugal la tercera parte del terreno contiguo a la primera de Onguella y para España las dos terceras partes restantes”, recoge textualmente el tratado, lo que supuso dividir la pedanía en dos.
Realmente, la división administrativa no ha impedido desde entonces que unas familias y otras convivan, compartan y hasta generen una sinergia necesaria.
“Vuelven a casi cerrar las fronteras y cumpliremos, es lo que hay”, asiente con pesar, pero muy seguro de ello el propio alcalde.
SEGUNDO CIERRE DEL TRÁNSITO
Con motivo del primer cierre fronterizo hispanoportugués, decretado la primavera pasada, cuando estalló la pandemia, hasta el Ejército estuvo por allí para hacer cumplir la decisión, la cual afectó al trasiego “internacional” para comprar productos básicos y a las relaciones personales.
“Hay familias con personas que viven al otro lado y otras en éste, y gente que precisa comprar butano, gasóleo o alimentos” en los comercios de enfrente, cuenta Tejero. Esto genera situaciones algo delicadas, como las relacionadas con el cuidado de familiares mayores tanto allá como acá.
Alrededor de 25 familias viven tanto en El Marco luso como en el español, donde la historia y las relaciones personales han generado “necesidades mutuas”.
“Estamos hablando -añade Tejero- de prolongaciones mutuas de familias, de comercio, de vida diaria”.
INTERCAMBIOS EN ‘PORTUÑOL’
El puente, minúsculo pero coqueto, al margen de ser la única vía de enlace, también sirve de “zona neutra” en tiempos de confinamiento municipal y cierre de fronteras.
Familias de un lado encargan a otros la compra de productos. Con mascarillas y atendiendo a las normas sanitarias y sociales, se acercan al puente, que se precinta, y donde les esperan para recoger los encargos.
El idioma no representa ningún problema. “Se ha ido generando lo que aquí denominados ‘portuñol’, una mezcla de español y portugués con el que “nos entendemos a la perfección”, dice el alcalde.
Además de El Marco, La Codosera tiene otros dos pedanías fronterizas con Portugal, La Tojera y La Rabaza.
A 120 kilómetros hacia el sur se ubica la fronteriza Villanueva del Fresno (Badajoz), cuyo alcalde, Ramón Díaz Farías, ve “acertada” y “tardía” la decisión Gobierno portugués de aplicar controles fronterizos, pues, de ser muy estricta, impedirá la entrada de portugueses en Extremadura.
Alrededor de un centenar de vecinos cruzan la frontera cada día para trabajar en Renguengos de Monsaraz (Portugal), una cantidad que se duplica en la vendimia y en la recogida de aceituna.
Por el contrario, los portugueses van a Villanueva del Fresno buscando principalmente todo lo que tiene que ver con los servicios de transformación, es decir, carpintería metálica y madera, pero también a comprar gasolina y butano, ya que “una bombona de gas cuesta el doble en Portugal”. EFE
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