Natalia Román, Túnez, 7 ago (EFE).- Al nombre de Tawhida Ben Cheikh siempre le acompaña el adjetivo “primera”: fue la primera mujer médica del Magreb, la primera mujer que formó parte del Consejo Nacional de la Orden de Médicos y, desde el pasado marzo, la primera mujer que aparece en un billete de Túnez.
“Y la primera en abrir (en 1963) un centro de planificación familiar en un país”, recuerda con orgullo su su hija Zeineb Ben Zina, algo que, en España, no se logró hasta 1976. Fue pionera en tiempos en los que el feminismo parecía una quimera.
Tawhida, fallecida en 2010 a los 101 años, desafió los prejuicios de una sociedad y una familia aristócrata que, en 1934, no concebía que una mujer abandonara su hogar sin un tutor y mucho menos viajase a Francia a estudiar medicina.
A su regreso, frenada por la política colonial que impedía a los tunecinos ejercer en los centros públicos, fundó su propia consulta en un barrio popular de la capital. En un principio fue de pediatría, pero el rechazo de los maridos a que sus esposas fueran atendidas por un hombre le empujaron a especializarse en obstetricia y a convertirse en la primera ginecóloga tunecina.
“Recuerdo la fila de mujeres que le esperaban siempre en la calle, a cualquier hora del día. Cuando iba a las casas de sus pacientes para el parto, muchas no tenían agua ni condiciones de higiene y, a menudo, no le podían pagar. Por eso le llamaban la médico de los pobres” , revive Ben Zina.
ABORTOS CLANDESTINOS
En 1956, pocos meses después de la independencia del Túnez y antes de que se redactara la primera constitución, el entonces presidente, Habib Bourguiba, promulgó el Código del Estatuto Personal, un documento precursor e inédito en el mundo árabe-musulmán que supuso una revolución en los derechos de las mujeres.
El texto prohibía la poligamia y la repudiación, suprimía la figura del “tutor matrimonial”, fijaba la edad mínima del matrimonio para las mujeres en quince años y reconocía el derecho al divorcio y a la adopción.
Con el objetivo de modernizar la sociedad post-colonial, las políticas de Estado se diseñan igualmente para reducir el número de hijos, que pasa de una media de siete de vástagos a apenas dos a comienzos del año 2000.
Y aunque el derecho al aborto no sería legalizado en Túnez hasta 1973, Tawhida los practicó desde los 60 clandestinamente en el hospital Charles Nicolle, principal establecimiento del país donde dirigía el servicio de maternidad.
“Eran madres solteras, no quería que las mujeres sufrieran y que los niños fueran abandonados”, defiende su heredera.
Una situación todavía común en países como Marruecos, Argelia y Libia, donde miles de madres solteras arriesgan cada año su vida interrumpiendo el embarazo de manera furtiva para huir de la estigmatización.
MENSAJE A LA SOCIEDAD
Expertos coinciden en que la decisión de elegir la figura de Tawhida, una feminista adelantada a su tiempo que luchó contra estereotipos y tabúes, y no a otra mujer, para el billete de 10 dinares, el de mayor circulación, es un poderoso mensaje a una sociedad considerada la más avanzada del mundo árabe-musulmán, pero muy alejada aún de los logros del feminismo global.
Aunque otros países de la región como Argelia, Irak y Siria tienen también mujeres en su papel moneda, estas eran todas personajes anónimos o mitológicos como Dido, primera reina de Cartago y primera mujer en aparecer en un billete del Túnez moderno.
Un homenaje merecido pero tardío, lamenta la doctora Sadia Bouzid, presidenta de la asociación que lleva el nombre de Tawhida, una mujer poco conocida en su propia sociedad: no se difundió su legado hasta el día de su muerte, ni siquiera se estudia en la universidad.
“Quería que la mujer tunecina gozara de una buena salud, que saliera de su hogar y estudiara, que que no se viera sumergida por la acumulación de hijos, y todo esto debía empezar por aliviar su carga reproductiva”, explica esta médica de cabecera, que propone bautizar en su honor la Facultad de Medicina, cuyo alumnado femenino representa más del 50%.
UN LEGADO QUE SE DIFUMINA
Bouzid resalta que es igualmente importante recuperar la figura de Tawhida en el billete para tratar de frenar una tendencia social hacia el conservadurismo que hace que su legado empiece a difuminarse.
Conscientes de ello, medio centenar de organizaciones han denunciado el difícil acceso a la sanidad sexual y reproductiva, aún más restrictiva durante la crisis sanitaria y el confinamiento por el coronavirus, que oficialmente ha causado 50 muertos y 1.374 contagios.
Estas asociaciones alertan también de la penuria de medicamentos contraceptivos y de la pastilla del día después, el rechazo por parte del personal médico a informar o realizar un aborto por cuestiones ideológicas y el cierre de centros de planificación que ha conllevado a la desaparición de sus servicios en algunas regiones.
Pero lo que más preocupa es la ausencia de educación sexual entre los jóvenes- un tercio de la población-, víctimas de un ambiente más conservador y opresivo, fruto en gran parte de la contrarreforma lanzada por los países del Golfo a través de sus cadenas de televisión por satélite, señala Selma Hajri, responsable de la institución Tawhida Ben Cheikh para la investigación y la acción de la salud de las mujeres.
“La edad media del matrimonio se ha retrasado de manera significativa con el acceso a los estudios superiores: 30 años para las mujeres y 32 para los hombres. No se les puede pedir que no tengan relaciones hasta entonces, es totalmente descabellado”, subraya.
Si bien el Código Civil no prohíbe las relaciones sexuales fuera del matrimonio, el 90% de los tunecinos lo considera “haram” (pecado), según una encuesta realizada en 2015 por el Instituto Árabe de los Derechos Humanos.
Las cifras del último informe sobre la sexualidad de los jóvenes confirman esos temores: cerca del 50% no conoce ningún método anticonceptivo, el 50% cree que el aborto es ilegal y el 80% no sabe que existen los centros de planificación familiar.
“Cada vez que un gobierno conservador llega al poder en cualquier país, uno de los primeros derechos que se ven afectados es el derecho al aborto pero éste es sólo la punta del iceberg, lo que realmente quieren es controlar el cuerpo de las mujeres”, concluye Hajri. EFE
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