El desafío de buscar nietos robados cuando no pueden salir a tu encuentro

Pablo Ramón Ochoa, Buenos Aires, 28 ene (EFE).- Las Abuelas de Plaza de Mayo llevan 130 nietos recuperados, robados por la última dictadura argentina (1976-1983), y su trabajo de identificación afronta un desafío: que la pandemia no haga que algún posible nieto se quede con las ganas de investigar su pasado y acudir a ellas para resolverlo.

“Sabemos que hay gente que por ahí, por esta pandemia, dice ‘por ahora no, más adelante, porque quiero ir a hablar con la señora De Carlotto'”, cuenta la propia Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, en declaraciones telefónicas a Efe.

Pero, a pesar de las dificultades por la covid-19, De Carlotto quiere aclarar: “La pandemia no nos ha hecho bajar los brazos, el ánimo y el amor que seguimos sintiendo”.

300 NIETOS POR RECUPERAR Y SIN MÁS TIEMPO QUE PERDER

Así como en la medicina la pandemia ha puesto en jaque multitud de diagnósticos de enfermedades porque los posibles pacientes han debido posponer sus pruebas, la situación que se les planteó en Abuelas de Plaza de Mayo fue similar.

El último nieto recuperado por Abuelas se conoció en junio de 2019, pero según De Carlotto la aparición de nietos fluctúa “en ciertas temporadas” en las que hay “más personas que dudan o que traen información”, sin que la covid-19 sea un factor decisivo.

De todas formas, 2020 fue el primer año en que no hubo nuevas presentaciones de nietos recuperados desde 1992, según datos de Abuelas de Plaza de Mayo.

El organismo de derechos humanos, cuya trayectoria es reconocida en todo el mundo por la labor que desempeña desde 1977 para encontrar a sus nietos -bebés que la dictadura robó a sus hijos, detenidos y desaparecidos por el régimen, y entregó a familias ajenas-, ha tenido que afrontar otro obstáculo imprevisto.

De todas formas, si a algo han estado acostumbradas en su vida es a superar barreras enormes.

“El éxito de Abuelas es que nunca dejamos de caminar aun sabiendo que podíamos ser desaparecidas, parecíamos detectives buscando a un reo, a todo lugar y en todo el mundo. Entonces este tema de tener proyectos para seguir trabajando no fue interrumpido por esta pandemia”, explica la veterana activista, al pie del cañón a sus 90 años.

Antes, la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo se reunía una vez a la semana en la sede que la agrupación tiene en Buenos Aires; desde hace un año, esos encuentros pasaron a ser a través de una pantalla y muchas de las abuelas se iniciaron en la tecnología.

“Justamente la modernidad nos ha permitido contactarnos por medio virtual, hemos estado trabajando con dificultades, no es nada grato, pero nunca dejamos de hacerlo”, añade.

De Carlotto, con firmeza, declara que en Abuelas de Plaza de Mayo están “muy fuertes” y que “van a seguir”.

“Faltan alrededor de 300 nietos que encontrar”, sostiene, sin tiempo que perder.

Y en esta etapa piensa “no en la desgracia de una pandemia, sino en la suerte de tener una apertura en las autoridades actuales”, ya que según ella el Gobierno de Alberto Fernández trabaja mejor con su asociación de lo que lo hacía el anterior Ejecutivo, liderado por Mauricio Macri (2015-2019).

UN RITMO AL 60 % DE LO HABITUAL

El miembro de la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo y a su vez nieto restituido número 57, Manuel Gonçalves, reconoce que la pandemia de covid-19 ha provocado “una gran merma” en el número de pruebas realizadas a posibles nietos que buscan su verdadera identidad.

“Pero no llegó a ser lo que es en otras actividades, que por ahí están en un 30 %. Nosotros estamos más cercanos al 60 % respecto al año anterior, comparándolo con 2019”, dice Gonçalves.

Antes de la pandemia solían recabar muestras presenciales procedentes de toda Argentina y el extranjero, y cuando la gravedad de la pandemia se hizo patente consiguieron implementar nuevos métodos para que las solicitudes de identificación genética se pudieran hacer de manera virtual.

Además, este enero retomaron la actividad presencial al tomar 40 muestras de sangre en Córdoba (centro), mientras que en las próximas semanas realizarán pruebas presenciales a personas con dudas sobre su identidad en Buenos Aires y La Plata.

Gonçalves, que consiguió restituir su identidad en 1996, indica que aunque al principio les sorprendió la pandemia, fueron “saldando con el tiempo” las complicaciones gracias a los nuevos “mecanismos” entre Abuelas de Plaza de Mayo y la estatal Comisión por el Derecho a la Identidad (Conadi), de la que también forma parte este nieto recuperado.

“Hubo que armar una dinámica de equipos de trabajo en los laboratorios para evitar contagios, trabajando todos muy estrechamente para volver a hacer lo que hacíamos en tiempos normales”, comenta.

Durante los primeros meses de la pandemia, según el directivo, se interrumpieron las muestras llegadas desde el extranjero a través de valija diplomática -así reciben muestras de todo el mundo-, algo que ya se ha recuperado; mientras no pudieron hacer esas tareas, se dedicaron a cruzar los datos que ya tenían entre Abuelas y Conadi y “reorganizar la información”.

Mantenerse presentes en la sociedad argentina era otro de los retos que se les presentaban y para ello hicieron actividades en línea como “Mientras nos quedamos en casa, ayudemos a que otros y otras vuelvan a casa”, una actividad dedicada a ilustradores del país.

Otra acción realizada fue “La receta de la Abuela”, junto a cocineros argentinos, así como actividades para niños por Instagram y el séptimo concurso “TwitterRelatos por la identidad”.

Abuelas y comisión directiva ya no comparten “cosas ricas” para merendar juntos como en las reuniones en Buenos Aires, dice Gonçalves, pero por lo menos todavía se ven las caras por videollamada.

“La voz de las abuelas siempre es la que determina las cosas. Nosotros pensamos muchas cosas, vamos para adelante, tenemos siempre algo nuevo, y las abuelas ponen ahí toda la historia. Encima, si ellas avalan algo, por supuesto que eso es mucho mejor para nosotros”, destaca el hombre de 44 años, quien las considera abuelas suyas a todas ellas.

Para Gonçalves, hijo de los militantes detenidos-desaparecidos Gastón Gonçalves (aún desaparecido) y Ana Granada (cuyos restos, que se encontraban en un osario público, fueron identificados en 1995), las abuelas de Plaza de Mayo “volvieron a demostrar lo mismo de siempre” durante esta etapa de pandemia.

La cara amarga, lamenta Gonçalves, son las abuelas que han fallecido por diversas cuestiones durante 2020 y de las que no se han podido despedir en persona. EFE
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