Egipcios y bizantinos del sureste español en el ADN de la población europea

Imagen de Nadine Doerlé en Pixabay

 

Antonio Martín, Alicante (España), 18 ene (EFE).- El olvidado paso de egipcios, vándalos, visigodos y bizantinos por el sureste de la península ibérica entre los siglos V y IX es objeto de estudio en un ambicioso proyecto internacional financiado por la Comisión Europea que pretende reconstruir la historia del poblamiento en el Viejo Continente a partir de restos de ADN.

Junto a varios centros de distintas ciudades españolas (Jaén, Mallorca y Pamplona), el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ), en la Comunidad Valenciana (este), ha sido escogido para participar en esta investigación liderada por el potente Instituto Max Planck de Historia de las Poblaciones Humanas de Jena (Alemania), financiada por Bruselas con más de 10 millones de euros (algo más de 12 millones de dólares).

La arqueóloga del MARQ Teresa Ximénez de Embún (que ha participado en el proyecto con el director de este museo, Manuel Olcina) ha relatado a Efe que ha enviado a Alemania restos óseos de 80 individuos de ocho necrópolis repartidas por la provincia de Alicante del periodo 400-900 para contribuir al estudio genético de las poblaciones europeas antiguas, en una labor que combina arqueología y bioarqueometría.

Por ser donde mejor se conserva el ADN antiguo con el paso de los siglos, se han remitido restos óseos de un tipo de hueso situado detrás de la oreja, el ‘pars petrossa’, y de dientes molares hallados en yacimientos como los tardorromanos (s.IV-V) de los Baños de la Reina de Calpe y l’Albir de l’Alfàs del Pi.

También de las necrópolis altomedievales (bizantinas y visigodas) de Polisixto de Cocentaina, Vistalegre de Aspe, Cabezo Molino de Rojales y l’Atzuvia de Xàbia, así como los emirales de la época islámica de Cabezo Pardo de Albatera y Tossal de Manises de Alicante.

La participación del museo alicantino arrojará luz desde el punto de vista científico sobre la llegada de invasores o colonizadores al sureste peninsular desde el fin del Imperio Romano hasta la invasión islámica, un periodo hasta cierto punto oscuro por la escasa documentación histórica.

Esto será posible porque del análisis del ADN de los restos saldrá información del sexo de los enterrados, su grado de parentesco y sobre la caracterización de su perfil genético, lo que desvelará la identificación de individuos migrantes o con una ascendencia distinta.

En el sofisticado Instituto Max Planck de Jena compararán los perfiles genéticos ‘alicantinos’ con los procedentes de otros equipos arqueológicos del norte y centro de Europa, así como de otras partes del Mediterráneo.

De esta manera, se podrán conocer detalles sobre los movimientos de población y confirmar o rebatir hipótesis más o menos extendidas acerca del desarrollo de la civilización en este rincón junto al Mare Nostrum.

Por ejemplo, se podrá verificar si la mayor parte de la población islámica que se asentó en la llamada Cora de Tudmir no procedía de los actuales Marruecos o Argelia, como parecería más factible, sino de un contingente militar originario de Egipto en el siglo VIII, que alcanzó la península a través del estrecho de Gibraltar.

“Este estudio romperá muchos prejuicios o tópicos que había hasta ahora, como la sobrevalorada importancia que a menudo se ha dado a la población visigoda, y podría acrecentar el papel de los bizantinos (de la actual Turquía entre los siglos VI y VII) en esta zona, de los que no sabemos apenas nada y a menudo se confunden con los visigodos”, según Ximénez de Embún.

En Alemania, los restos serán sometidos a un análisis del ADN nuclear (ADN mitocondrial), que se transmite de generación en generación por línea materna, y del ADN del cromosoma Y (incluido en el ADN nuclear), por línea paterna.

Todo ello en uno de los mayores y más modernos centros de Arqueogenética del mundo, en Jena, donde recibirán muestras de todos los países de Europa y los analizarán en un laboratorio de 250 metros cuadrados divididos en más de 20 salas aisladas para evitar la contaminación cruzada entre muestras. EFE
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