POR: LUIS CARLOS LOZANO OSPITIA
Columnista, abogado y escritor colombo español.
Mientras Colombia se debate entre la miseria y la cruda violencia, asociada con el narcotráfico, el paramilitarismo y los demás grupos ilegales al margen de la ley; impera la ausencia del estado en inversión social, con resultados catastróficos: el incremento de la delincuencia común, el desplazamiento forzado, masacres reiterativas de campesinos, indígenas, líderes sociales, reinsertados de la farc, adyacente al incremento de la pobreza, la carencia de los servicios públicos y mínimos vitales para el 80% de la población del territorio; el decaimiento de la educación, salud y fuentes de trabajo entre otros.
Colombia pone los muertos, las víctimas y los presos, y Estados Unidos coloca las cárceles y los bancos para llevarse las grandes fortunas de narcotraficantes, paramilitares, guerrilleros y demás delincuentes que sean extraditados.
Son millones de dólares que los Estados Unidos, se han apropiado de colombianos, que han cometido los delitos en Colombia, han dejado desoladas las víctimas, desamparadas de justicia y reparación, donde solo queda es lloran sus muertos, en medio de la miseria y la impunidad.
El gran interés de los gringos en la extradición, no es tanto por el castigo ejemplar que puedan ejercer sobre estos delincuentes, sino el interés económico que ellos producen y dejan sus millonarias riquezas al tío Sam. Mientras los huérfanos y viudas, su único consuelo es llorar sobre las tumbas de sus difuntos, así ha pasado décadas de martirios de nuestros compatriotas. Parodiando a nuestro himno nacional “no ha cesado las horribles noches” siguen los surcos de dolores y el bien aún no ha germinado, no derrama las auroras de su invencible luz, sino que derrama la sangre los humildes y abandonados del estado, en cada centímetro de tierra de esta patria. El pueblo aun gime entre cadenas de la miseria, la violencia y el desamparo estatal.
Persiste una cruda historia patria, donde se ha salvado institución alguna que no haya sido permeada por el narcotráfico, y la corrupción, entre ellas el congreso, el mismo gobierno, militares, policía, la justicia, la iglesia, etc.
Las organizaciones criminales y narcotraficantes emergen de la violencia asociada con las drogas ilícitas, donde crecen imparable en Colombia, donde las políticas de estado son débiles, deficientes, inoperantes, incapaces de combatir este delito.
Es urgente y necesario buscar fórmulas para cambiar el régimen interno como externo para control de drogas, de manera que se facilite la adopción de políticas más efectivas y oportunas. Cuando surge un negocio ilegal fácil de hacer y que genera grandes utilidades, y estén participando de estos ingresos millonarios, los políticos, autoridades y la sociedad. ¿A quién le podrá importar acabar con este lucrativo negocio?
Se puede sostener que la estructura social, política y económica de Colombia y sus instituciones, son directamente responsables de que el narcotráfico haya generado tantos muertos y violencia en nuestro país. Colombia debe aceptar que desafortunadamente pone los muertos, las víctimas y los presos, lo más grave que pone los asesinos, estos últimos como producto de una injusticia social.
Es necesario que en Colombia empecemos a pensar en serio y responsablemente, estamos inmersos en criticas situaciones, debemos cambiar nuestra mentalidad y prácticas deshonestas cotidianas o continuar sumergidos en la trampa del enriquecimiento fácil, proveniente del narcotráfico, la deshonestidad, la corrupción, y el sufrimiento colectivo, que está hundiendo a nuestra sociedad y al país, en una crisis de identidad, patriotismo, equidad, pérdida de valores y principios.
Es una cruda realidad, que lleva varios años existiendo, lo cual no comenta nada los medios masivos de comunicación de este país, cada extradición es un hecho de desamparo total para las victimas, donde los gringos se llevan los millones de dólares, solo colocan las cárceles y los sapos.