Por Fernando Calderón España.
Una prueba que confirma la necesidad en Colombia de mantener a “los grupos del conflicto armado”:
El número de guerrilleros de todas las organizaciones subversivas no llega a 10 mil.
Que un Estado no pueda contra 10 mil, en un país de 50 millones de personas, prueba que la existencia de esos grupos, “nos conviene a todos”, como diría un propietario de esta finca en el recién multado club de El Nogal, o en el “Cantri”, o en el “Yoki”.
Ya no caben las disculpas de las condiciones geográficas de Colombia, de las agrestes montañas, de la astucia de los enemigos, en un mundo atiborrado de tecnología en donde se puede encontrar hasta al más creativo esposo infiel.
Y no creo que los guerrilleros libren la lucha armada, para tomarse el poder en Colombia, desde Venezuela.
Es como si un torero lidia un astado en la Santamaría, capoteando un gallo fino en el antiguo Minino de Garzón.
Súmenle la ingenuidad de los alzados en armas que aseguran luchar por “la toma del poder” en un país en donde hasta los indigentes gritaron ser derecha.
El 14,7% de los colombianos se reconoce de izquierda, según Invamer.
Creer que los alzados en armas incomodan a los dueños de Colombia es el bostezo de una nostalgia.