Por Fernando Calderón España
Los días sin IVA se pensaron para favorecer a los más vulnerables. Con este eufemismo se denomina a los más jodidos.
La pandemia hizo que cambiaran muchas cosas: Por ejemplo, que se hiciera necesaria una reactivación económica que, cuando se pensaron los días sin IVA, no era urgente porque nuestra economía gozaba de buena salud.
La pandemia, también, hizo que los días sin IVA se juntaran. Ya no quedaban repartidos en el año, sino que las tres fechas se acercaron de cara a una reactivación económica en el segundo semestre.
La pandemia hizo que lo previsto antes de la emergencia sanitaria tuviera que modificarse y ampliarse a otros mecanismos de pago y a otros productos. Se incluyeron los vehículos, por ejemplo. Aquí, el día sin IVA se apartó de su objetivo social: favorecer a la población de menores ingresos. Y hasta aquí la cosa era con los pobres.
Esto último convirtió al primer día sin IVA en una oportunidad comercial. Muchos comerciantes, que hacen parte de la población no vulnerable y con ingresos medios o altos, idearon las estrategias para comprar y beneficiarse de la medida. Utilizaron a toda su familia y todo su portafolio de tarjetas de crédito para comprar. Y produjeron el colapso en el ingreso a las grandes superficies. La clase alta, en ingresos, compró por internet.
Los gobiernos nacional y local, en el caso de Bogotá, mostraron su primiparada o novatada, por la falta de experiencia (ninguno de los gobernantes es un experimentado) o por no ampliar más la visión del día sin IVA en el contexto actual.
Bueno, no hay maestrías en pandemia en ninguna universidad del mundo. O no las encontré. Es posible que las haya en el futuro temprano.
Hubo y hay buenas intenciones en los jóvenes mandatarios.
Pero, si durante noventa días se ha aprendido, sobre la marcha, a hablar y a redactar protocolos de bioseguridad (la palabra protocolo salió del lenguaje diplomático y se metió en el sanitario), se les pudo haber olvidado “el protocolo de acceso a las grandes superficies” y solo tuvieron en la cuenta “el protocolo de bioseguridad y el distanciamiento” para comprar.
Hubo errores, como el mismo presidente lo aceptó.
Pero, en Colombia, nadie es experto en “pandemías en un contexto subdesarrollado”.
Si a este olvido, le sumamos la indisciplina antológica del colombiano de todas las clases, las lecciones adquiridas por el más humilde zapatero hasta el presidente, nos servirán para recargar la ansiedad y el deseo desenfrenado por vivir debiendo de cara al próximo día sin IVA, pero con disciplina.
Solo espero que en quince días, no haya una calamidad, después de esta locura fomentada por la ignorancia de una nación completa, con gobernantes y gobernados incluidos, que nunca antes había vivido una pandemia. Muchos, todavía, no saben el origen de esta palabra. Mientras averiguan… mucha calma.