Alejandro Obregón, centenario de un artista universal con compromiso social

AME4343. BARRANQUILLA (COLOMBIA), 04/06/2020.- Fotografía cedida por el Museo de Arte Moderno y fechada el 17 de abril de 2007, del mural “Cosas del Aire” del pintor colombo-español Alejandro Obregón, en Barranquilla (Colombia). El mundo del arte recuerda este jueves el centenario del nacimiento del pintor y muralista colombo-español Alejandro Obregón, artista universal, comprometido con la paz y la denuncia de la violencia, elementos presentes en muchas de sus obras. Alejandro Obregón Rosés nació en Barcelona el 4 de junio de 1920 y la influencia de su obra, por la que es considerado padre del arte moderno en Colombia, hace de él un gigante caribeño de la pintura a la que dio una estética diferente con su visión particular de elementos como la naturaleza y la violencia omnipresentes en América Latina.EFE/ Museo de Arte Moderno /SOLO USO EDITORIAL / NO VENTAS

Hugo Penso Correa, Barranquilla (Colombia), 4 jun (EFE).- El mundo del arte recuerda este jueves el centenario del nacimiento del pintor y muralista colombo-español Alejandro Obregón, artista universal, comprometido con la paz y la denuncia de la violencia, elementos presentes en muchas de sus obras.

Alejandro Obregón Rosés nació en Barcelona el 4 de junio de 1920 y la influencia de su obra, por la que es considerado padre del arte moderno en Colombia, hace de él un gigante caribeño de la pintura a la que dio una estética diferente con su visión particular de elementos como la naturaleza y la violencia omnipresentes en América Latina.

Integrante de una generación de intelectuales que coincidieron a mediados del siglo XX en Barranquilla, entre ellos Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor, Nereo López, Cecilia Porras, y Germán Vargas Cantillo, Obregón dejó al mundo de la pintura un enorme legado artístico.

La amistad que lo unió con el nobel colombiano de literatura fue recordada este jueves por la Fundación Gabo con la publicación del prólogo que Gabriel García Márquez le dedicó en noviembre de 1991 para el libro “Alejandro Obregón”.

La Alcaldía de Barranquilla anunció hoy que declarará Bien de Interés Cultural obras de su autoría que hay en la ciudad para garantizar su protección, conservación y mantenimiento.

“Fue en Barranquilla donde consolidó su obra. Fue en esta ciudad, la que hizo suya, donde vivió los años más prolíficos de su carrera, dejando a lo largo y ancho de ella cuadros, murales, esculturas y obras de otras técnicas artísticas en las que supo exponer toda su genialidad”, destacó la secretaria de Cultura, Patrimonio y Turismo de Barranquilla, María Teresa Fernández.

El Congreso de Colombia también recordó su natalicio. “Dentro de su vasta obra nos enorgullece conservar el célebre mural ‘Tres cordilleras y dos océanos’, pintado en 1986”, manifestó en su cuenta de Twitter sobre una de las obras emblemáticas del artista.

 

ENTRE EL MEDITERRÁNEO Y EL CARIBE
De padre colombiano y madre española, Obregón llegó a la caribeña Barranquilla siendo un adolescente de 16 años, en un ambiente de trópico exuberante y luz radiante que marcaría no solamente su visión del mundo sino que además le permitió asumir la identidad del Caribe siempre presente en su obra.

Obregón tuvo una amplia formación que comenzó a los 19 años en el School of the Museum of Fine Arts de Boston (EE.UU.), ciudad donde también estudio pilotaje de aviones, y luego, a los 20 años, regresó a su natal Barcelona donde permaneció hasta 1944 completando su formación en la escuela de La Llotja.

Antes de dedicarse de lleno a la pintura fue supervisor en la empresa de textiles de su padre en Barranquilla, una de las principales industrias en un país que todavía tenía vocación rural; condujo camiones para las petroleras en la zona del Catatumbo, cerca de la frontera con Venezuela, y fue vicecónsul de Colombia en Barcelona.

 

COMPROMISO SOCIAL
Peces, especialmente barracudas, así como los acontecimientos que dieron inicio al periodo conocido como La Violencia en Colombia en 1948, fueron elementos de los que Obregón se sirvió para fortalecer sus temáticas en las cuales denunciaba un problema social común a todos los países de América Latina.

Posteriormente se estableció en Europa durante cinco años, de 1949 a 1954, época en la cual conoció a Pablo Picasso y logró posicionarse como uno de los grandes artistas contemporáneos con dos de sus grandes obras: “Puertas y el espacio” y “Bodegón en amarillo”.

Después de ese período en Europa, Obregón regresó a Colombia con “un estilo muy personal, expresionista y americanista”, con “formas abiertas y vigorosas, que sólo aluden a la grandeza y a la feracidad del continente”, así lo define el crítico de arte Germán Rubiano en una biografía publicada por la Red Cultural del Banco de la República.

“La importancia que tiene para el arte colombiano Alejandro Obregón es, quizá, la misma que tiene Gabriel García Márquez para la literatura”. Con esa frase de Adlai Stevenson, quien fuera embajador de Estados Unidos en la ONU durante la presidencia de John F. Kennedy, lo recordó hoy en la redes sociales esa institución cultural.

En 1959 representó a Colombia en la V Bienal de Sao Paulo junto con artistas de la talla de Enrique Grau, Fernando Botero, Eduardo Ramírez Villamizar, Armando Villegas y Guillermo Wiedemann, y para esa época entran a su temática los cóndores, una especie andina amenazada de extinción que plasmó en el gran mural que pintó ese año para la entrada de la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá.

 

GRAN MAESTRO
Años después, en 1962 pintó “La violencia”, una de sus obras maestras, considerada fundamental de la historia del arte colombiano y con la cual ganó el primer premio de pintura en el Salón Nacional de Artistas.

Con esa obra, en la que funde el paisaje con el cuerpo de una mujer muerta, el pintor ratifica su compromiso con la denuncia social y fortalece su imagen como maestro de la pintura colombiana.

Su compromiso político se hizo evidente de nuevo a comienzos de los años 80 cuando pintó palomas para una campaña por la paz durante el Gobierno del entonces presidente Belisario Betancur, el primero que intentó una negociación con los grupos guerrilleros.

Con esa convicción pintó en 1983 “La victoria de la paz”, que adorna uno de los salones de la Casa de Nariño, sede de la Presidencia colombiana.

De este período son también, además de “Tres cordilleras y dos océanos”, ubicado en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, “Amanecer en los Andes”, instalada en la Sede de las Naciones Unidas, en Nueva York.

El crítico Alvaro Medina, quien además fue su amigo, destacó en un coloquio de la Universidad del Norte que Obregón tenía “un lenguaje personal, un enfoque y poética diferente a lo expresado por otros artistas contemporáneos y un estilo que fue evolucionando en el tiempo”.

Obregón falleció el 11 de abril de 1992 en Cartagena de Indias y fue sepultado en el mausoleo familiar en Barranquilla, la ciudad cuyo mar Caribe inspiró parte de su obra. EFE
hpc/joc/lnm

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *