Patricia Nieto Mariño, San Fernando (Chile), 18 nov (EFE).- Cerca de 250 kilómetros es lo que separa a la sureña Talca de la sede del Gobierno chileno, en la capital. Ese es el camino que emprendió a pie esta semana la aguerrida Jeannette Martínez para visibilizar las violaciones que sufrieron tanto sus hijas como ella misma y denunciar la impunidad.
Tenía cuatro años cuando un familiar abusó de ella, pero su madre no la creyó entonces. A su hija mayor, que tiene ahora 31, también la violaron de niña, pero por “miedo” no lo contó hasta dos décadas después. La última víctima fue su hija menor, su “chiquitita”, que fue forzada el pasado septiembre por su pareja de entonces.
“Me iría hasta el fin del mundo caminando para luchar contra la impunidad. Esto nace del llanto, de la ira y de la rabia”, lamentó a Efe Martínez, que en su primer día de caminata recorrió más de 50 kilómetros.
Con su pañuelo verde al cuello, símbolo de la lucha contra la violencia machista, y “cargada de resiliencia”, la mujer se puso en marcha desde la rural región del Maule, en el centro del país, con el objetivo de llegar hasta el Palacio de La Moneda para demandar al presidente Sebastián Piñera que “se haga justicia”.
“Cuando llegue, le preguntaré: Señor presidente, ¿usted no ve las noticias y las cifras de decenas de niños abusados semanalmente?”, espetó la mujer mientras caminaba por una carretera en la localidad central de San Fernando.
Asociaciones feministas y vecinales la equiparon con provisiones y le ofrecieron hospedaje para su ruta, que calcula que terminará poco antes del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
“La carga de una violación se lleva dentro toda la vida, la ves en todas partes. Que se repita con mis hijas es una pesadilla”, reconoció.
DESCONFIANZA E IMPUNIDAD
Según la Subsecretaría de Prevención del Delito, en 2019 hubo más violaciones que en los nueve años anteriores: once ataques diarios, siendo las mujeres entre 18 y 29 años el grupo en el que más ha aumentado este tipo de crímenes en los últimos cuatro años.
Para Silvana del Valle, portavoz de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, “no hay ninguna estadística fiable” puesto que muchos casos no se reportan: “Aquí no se confía en las víctimas. Se las pone en duda y se les exige que acrediten que han sufrido violaciones bajo estándares similares a los del robo”, aclaró a Efe.
La experta en feminismo de la Universidad de Valparaíso Javiera Arce aseguró por su parte a Efe que las víctimas a menudo se enfrentan a una “revictimización” en los procedimientos penales cuando se ven obligadas a relatar “una y otra” vez lo ocurrido.
“Se están destinando pocos recursos para afrontar este tema y las policías no han sido capaces de incorporar las perspectivas de género a sus procedimientos”, agregó.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), al menos 3.529 mujeres fueron asesinadas solo en 2018 por razones de género en el continente.
“MUCHO TRABAJO POR DELANTE”
En el último año, Chile ha avanzado en la lucha contra la violencia machista gracias, en parte, a la presión del potente movimiento feminista que ha estado movilizándose en las calles.
En ese caldo de cultivo se gestó la icónica intervención del colectivo LasTesis, “Un violador en tu camino”, una canción coreografiada que se replicó en varios países de todo el mundo y se convirtió en un himno global contra la violencia machista.
La aprobación el pasado enero de la Ley Gabriela fue otro de los triunfos del movimiento, una norma que considera como feminicidios los crímenes ocurridos en el marco de relaciones informales o a manos de desconocidos, hasta entonces considerados simples homicidios.
Para Fernanda Marín, investigadora de la Red de Politólogas de Latinoamérica, “todavía hay mucho trabajo por delante” y el próximo objetivo es la aprobación de una ley “por una vida libre de violencia”, un proyecto que se está discutiendo en el Parlamento y que busca “mejorar las respuestas institucionales a las víctimas de abusos sexuales” para que casos como el de Martínez y sus hijas no vuelvan a ocurrir.
“Espero en unos años ‘nomás’ que podamos vivir tranquilas, sin más abusos y que se meta en la cárcel a todos los culpables”, concluyó la caminante. EFE
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