Claudia Polanco Yermanos, Bogotá, 20 may (EFE).- Volver a tierra firme es el deseo de más de 400 tripulantes colombianos reunidos en uno de los cruceros de la compañía estadounidense Carnival que navegan por el Caribe, a la espera de ser repatriados, luego de que el pasado 13 de marzo la COVID-19 interrumpiera la característica fiesta que se vive a bordo.
De los días de trabajo como cocineros, fotógrafos, presentadores de espectáculos, vendedores, camareros, músicos y cantantes de estos hombres y mujeres queda solo el recuerdo porque ahora se dedican a contar los días para regresar a casa.
“Carnival empezó a repatriar gente inicialmente contratando vuelos chárter, pero cuando arreciaron las restricciones en los diferentes países la solución de esta y otras empresas de cruceros fue la de utilizar sus propios barcos para llevar a los tripulantes”, dijo a Efe Antonio, uno de los colombianos a bordo, que prefirió mantener su identidad completa en reserva.
El 30 de abril, cuando la multinacional anunció que repatriaría a unos 10.000 tripulantes atrapados en 27 cruceros debido a las restricciones de viaje por el coronavirus, comenzó una operación de traslado sin precedentes en el sector.
A los latinoamericanos la empresa los repartió en los barcos Carnival Fantasy y Carnival Glory.
Este último, un barco de 110.000 toneladas construido en 2003 y en el que se encuentran hoy los colombianos, estaba anclado en Nueva Orleans (EE.UU.), desde donde salió rumbo a Miami para aprovisionarse de alimentos y dirigirse a las Bahamas.
REUNIÓN EN ALTA MAR
“En Bahamas ocurrió algo genial, que nunca se había visto, porque durante tres días se reunieron 18 cruceros en alta mar para mover a la tripulación por medio de botes salvavidas al barco designado al continente del cual proceden para comenzar las repatriaciones”, explicó a Efe Lorena, otra tripulante colombiana.
De este modo, los europeos, abordaron los barcos Carnival Breeze y Carnival Magic, mientras que a brasileños, argentinos, chilenos, peruanos y ecuatorianos los enviaron al Carnival Fantasy.
Al concluir el traslado los colombianos, reunidos en el Carnaval Glory, con capacidad para 2.974 pasajeros y 1.150 tripulantes, comenzaron una travesía caribeña que los ha llevado por las islas de Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Granada, Barbados y finalmente a República Dominicana.
El pasado 17 de mayo en el puerto de La Romana se despidieron de 37 compañeros dominicanos que terminaron su viaje luego de que el Gobierno de ese país aceptó su ingreso.
Ahora, contó Antonio, “nos dirigimos al puerto de Cozumel, en donde serán repatriados este miércoles 73 mexicanos”.
En estos momentos, cuando los días se hacen más largos y sobra tiempo para pensar una y otra vez en lo mismo, por los pasillos del Carnival Glory corre el rumor de que es posible que la compañía contrate en México un avión para repatriar a los colombianos, si es que el Gobierno del presidente Iván Duque, que cerró las fronteras aéreas y marítimas el 16 de marzo, da luz verde al regreso.
PREVENCIÓN A BORDO
Mientras llega la esperada repatriación, los colombianos, al igual que sus compañeros de trabajo de otros países de la región, acatan al pie de la letra las medidas de prevención impuestas para evitar un brote de coronavirus.
Para ello, “la tripulación dejó de compartir las cabinas que sirven de dormitorio y en donde por lo general vamos dos personas, y pasamos a tenemos cuartos individuales”, relató Lorena.
Inclusive, agregó, “algunos fueron ubicados en las cabinas que normalmente usan los huéspedes, por lo que hay quienes están disfrutando de un vista espectacular desde las terrazas”.
Otro cambio significativo es el de las comidas, que son tipo buffet, y en donde a pesar de que rige la “distancia social, el uso del tapabocas y la desinfección de manos”, todavía hay cabida para charlas y risas entre colegas, dice Antonio.
Explica que “en las mesas del comedor solo pueden estar dos personas y en diagonal, no frente a frente, y a comer vamos por turnos para evitar que todo el personal esté junto”.
LA SOLEDAD DE LA COVID-19
El virus, de cuya evolución están permanentemente informados, ha puesto a los tripulantes cara a cara con la soledad.
Cada quien pasa la cuarentena en su cabina, solo, pues las fiestas y eventos sociales están prohibidos.
De allí salen únicamente para comer y comprar bebidas, este último el único gasto que tienen durante el viaje.
Carnival Cruises les pagó dos meses más de salario a pesar de haber parado las operaciones en marzo, y la internet, que antes del parón debía costear cada empleado, hoy es gratis para hacer menos traumáticos los viajes.
“Estamos agradecidos porque esto nos permite estar en contacto con nuestros familiares y así saber qué pasa en Colombia con ellos y con respecto al COVID-19. Eso nos da cierta tranquilidad”, sostuvo Antonio.
La internet, agregó, “nos da la posibilidad de entretenernos un poco viendo películas del sistema de cable interno, que fueron actualizadas en las últimas dos semanas porque como llevamos tanto tiempo en el barco ya las habíamos visto todas”.
TIEMPO DE REFLEXIÓN
Cada día la ilusión de los tripulantes del Carnival Glory es esperar que llegue la hora libre que tienen para tomar aire fresco en la mañana y en la tarde.
Estar encerrados todo el día es “agobiante”, por lo que, según Antonio, ese espacio lo aprovechan para “liberarse un poco, fumar y reflexionar” sobre lo que harán cuando finalmente vuelvan a Colombia.
Ese también es el momento de levantar el ánimo, aunque distanciados, intercambiando noticias de su tierra y haciendo cábalas sobre cuándo podrán regresar.
“La moral del grupo depende mucho de las noticias. Si hay un rumor o noticia mala, como que algún país negó el permiso para arribar, eso inmediatamente desmotiva a la tripulación porque no se sabe hasta cuándo durará esta situación”, añade Lorena.
Sin embargo, indicó Antonio, es “evidente” el esfuerzo que está haciendo la compañía por tratar de que todos a bordo estén sanos y que pronto puedan volver a ver “ese amarillo, azul y rojo del tricolor nacional que toma un significado especial en estas condiciones”. EFE
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