
Por Fernando Calderón España
Los delfines de la política comienzan así:
1. Forman comités de apoyo a su partido.
2. Llegan pregonando que no quieren ocupar ninguna curul.
3. Después de un tiempo y mientras el delfín conoce de primera mano cómo anda el partido, un grupo de simpatizantes acude a la residencia del delfín, se ponen de rodillas, juntas las manos en señal de oración y le piden que, por amor a Dios, les acepte encabezar la lista para una cámara o un senado.
4. El delfín, mostrando mala gana, mala gana que es fotografiada para la historia, llama a su esposa y le dice que se ve forzado a aceptar una postulación porque el pueblo se lo pide.
5. El pueblo, claro, son cuatro o cinco lambones que se ganarán un lugar en la lista que, a partir de ese momento, confeccionará el nuevo líder.
6. Comienza la campaña.
7. El delfín es senador.
8. Cuando le estén entregando la oficina en el congreso, uno o dos de los lambones le dice: “Jefe, y vamos por la presidencia”.
9. Los periódicos titulan: “Hoy se posesionó en el senado, quien podría ser candidato presidencial”.
Y después dicen que esto no se parece a una finca.